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Opinión / Sabatinas

La bolsa o la vida

Por Fermín Mínguez

Y yo pensando que parar en verano era buena idea porque pasaban pocas cosas, pues menos mal. Lo cierto es que todo el revuelo de verano vuelve en septiembre y estamos igual que en junio, decidiendo entre la bolsa o la vida. O igual es que esa es la única decisión. Bienvenidos de nuevo.

GRAFCAV8737. SAN SEBASTIÁN, 11/09/2020.- Vista de una terraza casi vacía este viernes en la plaza de la Constitución de San Sebastián, donde el presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Gipuzkoa, Mikel Ubarrechena, ha informado hoy de la situación por la que atraviesa el sector debido a la pandemia de covid-19. EFE/Javier Etxezarreta
Vista de una terraza casi vacía durante los meses de verano por la pandemia del coronavirus. EFE/Javier Etxezarreta

¿Se acuerdan de lo de la bolsa o la vida?, cuando jugábamos a indios y a vaqueros, replicando esas películas de diligencias y asaltos en el oeste de domingo por la tarde. He pensado de forma recurrente en esto desde junio, no tanto por añoranza de niñez como por planteamiento social. Con mi última columna se estaba pensando qué hacer con los ERTES y con la vuelta al cole en septiembre de un curso que ya se daba por perdido. Para esto quedaba tiempo y se planificaría bien, decían. Sonrío ahora, en fin. Ahora me encuentro con los mismos temas en mi columna de rentrée. A veces es bueno salir del día de la opinión para ver la evolución, dejar de caminar en círculos para ser consciente del surco en el que estamos metidos. Y un verano después seguimos entrando en los mismos polvos cuando todavía no hemos salido de sus lodos

Es curioso que en este verano extraño han pasado más cosas que en ningún otro. Yo me quedé helado cuando mi querido rey dijo que se iba. Y por burofax, de hielo me quedé pensando que el rey del fútbol se podía ir del Barça. El otro, el campechano, entiendo que sigue de vacaciones. En ambos casos lo mismo, ya ven, mucha discusión, mucha bronca, mucho echarse en cara cosas, mucho la culpa es tuya, pero hemos pasado el verano discutiendo y entretenidos para que nada cambie. Y mientras lo importante iba pasando, o no pasando en este caso, por detrás de los gritos y las tertulias. Discutiendo sobre las bolsas y las vidas de otros no hemos sido conscientes de qué pasaba con las propias.

Porque al final lo que estamos haciendo es decidir entre la bolsa y la vida, pero no de forma figurada, sino literal. Porque vamos a ver, si todo esto ha sido porque a un señor en China el murciélago le gusta punto menos hecho, medium rare para los hípsters, lo tenemos crudo si me permiten la broma. Ahora la solución pasa por una vacuna que nos salve a todos. Una vacuna de la que llegarán a España en principio tres millones de dosis. Al ser una vacuna que requiere de dosis de refuerzo, es decir se ponen dos dosis, llegará para millón y medio de personas. El uno de julio había algo más de cuarenta y siete millones de personas en este país. Por lo que, si la solución es esta, y si mi cerebro de letras ha hecho bien los cálculos, se podrán vacunar tres de cada cien españolitos de bien aproximadamente. En primavera ya elegimos, porque se pongan como se pongan así se decidió, que los que se iban a morir serían preferentemente los viejos, si estaban en residencias mejor, que era más fácil de gestionar, y los enfermos crónicos, ¿a quién elegiremos ahora? Bolsa o vida. Quién tendrá acceso a la vacuna, y quién de los que no accedan podrá pagarla.

Quizás sea un exagerado, o un dramático, y la solución también pasa por la concienciación y colaboración de todos en la prevención. (Hago un inciso, ¿a ustedes no les pasa que cuando alguien dice eso de “con la colaboración de todos” lo primero que piensan es que quien lo dice no lo cumplirá?, a mí me pasa. Mucho). Eso es cierto, nos tenemos que lavar las manos, mascarilla y distancia social. Excepto en entornos familiares de hasta x personas, que no hace falta esto. Entiendo que porque las familias no contagian, es un virus familiar, con corazoncico.

La distancia social se mantiene en la calle, pero en bares y restaurantes, donde uno puede relajarse un poco. Sin embargo no se puede mantener en teatros, porque como es un sitio donde se está sentado, quieto y callado es más peligroso que los bares dónde todos sabemos que no hay actividad social. O los coles, a donde se puede ir pero poco, contando con la ayuda de los abuelos, que son población de riesgo, pero como son una generación dura y trabajadora no les va a afectar. No sé, pero esto huele otra vez a la bolsa o la vida. Hay que elegir entre dinamizar la economía o asumir el contagio, pero esto hay que decirlo: “Miren, esto se nos ha ido de las manos y no podemos asumirlo más, así que para empezar a relanzar la situación vamos a tomar ciertas decisiones de riesgo”.

Porque lo de echar la culpa a los jóvenes por irresponsables huele un poco, que quieren que les diga. Les permitimos salir pero poco. “Veinteañeros queridos, podéis salir en verano a pasear y a tomar un helado a dos metros de distancia”, entre nosotros, esto solo pasa en la Semana Grande de San Sebastián, y lo llaman fiestón. No puedes abrir el turismo en verano y luego llevarte las manos a la cabeza. Ojo que no estoy diciendo que se cierren hoteles y bares, que son nuestro motor, sino que se haga dándoles herramientas y asumiendo sus consecuencias.

También están exentos los deportistas profesionales que generan dinero, de tal forma que no se puede jugar a rugby por ser deporte de contacto, pero si puedes celebrar un gol en fútbol metiéndole la lengua hasta la campanilla a tu compañero. Es curioso lo VIP que es este virus para haber nacido en un arrabal de China.

Miren, estas cosas de que la culpa sea siempre del ciudadano de a pie se tiene que acabar. Claro que hay imbéciles, insulto y defino, que van a hacer las cosas mal y asumirán riesgos innecesarios, pero la mayoría de la gente quiere cuidarse y cuidar de los suyos, y lo que no puede ser es que solo se les culpe cuando no se dan otras opciones. No puede ser que la solución a los contagios en verano sea cerrar la hostelería, o, peor aún, ir abriendo y cerrando según convenga. Quizás una normativa seria, adaptada, validad por profesionales y revisando su impacto ayude más que una serie de recomendaciones generales que no se entienden bien. Los gobiernos están para legislar y dar pautas, y no generar confusión. Que también les digo, que si hay que legislar que tenemos que lavarnos las manos y limpiar las mesas entre un consumidor y otro, igual si que nos merecemos la extinción.

Hemos estado más pendientes de pseudobiólogos y de opiniones refutadas como la de Miguel Bosé, que en exigir una hoja de ruta clara. O es que la hoja de ruta clara es más cara que la vida, y hemos vuelto a elegir bolsa.

Al final va a ser verdad que todo es bolsa. Hasta lo de Messi, que queriendo elegir vida, porque parecía ahogado aquí, ha pesado más la bolsa y, gracias a Dios, se queda otro año. Parece que nadie se escapa a esta elección. Bueno, siempre hay una excepción que confirma la regla y hay quien puede tener ambas, bolsa y vida y vivir en Abu Dabi.

Al resto nos toca elegir, ¿la bolsa o la vida?


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