• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / Sabatinas

Jonah y Johan

Por Fermín Mínguez

Nunca había caído en lo similar de sus nombres, y ahora que no está ninguno y se repasan sus carreras para ponerlos en valor es curioso la de similitudes que se pueden encontrar.

Johan Lomu y Johan Cruyff, dos leyendas del rugby y del fútbol respectivamente.
Jonah Lomu y Johan Cruyff, dos leyendas del rugby y del fútbol respectivamente.

Llama la atención cómo cuando se busca encontrar su lugar en la historia, cómo gusta esto, se es consciente que hay quien ha decidido hacer la historia propia y reclamar así su lugar.

Jonah Lomu fue un jugador de rugby neozelandés que murió en noviembre del año pasado con 40 años, y que con 20 – 21 años (y aquí cito a mi waterboy preferido) cambió la historia del rugby, lo modernizó. Este angelico medía 1´96, pesaba 120 kilos y podía correr los 100 metros en 10,8 segundos.

No me he equivocado en ningún dato, relean. Con esas medidas en rugby lo habitual es que juegues en el paquete de delanteros, a.k.a. los gordos, y te dediques a meter la cabeza en el barro y empujes como un becerro para que las bailarinas de la línea corran y se luzcan. Pues no, él no. Él destacó como ala, que es el puesto que habitualmente ocupaban perfiles finos y rápidos a los que se les daba el balón confiando en que no los cogieran porque si lo hacían no iban a ofrecer mucha resistencia. Y en ese puesto aparece un atleta descomunal que iba apartando jugadores a su paso como Obélix con los romanos.

Y el concepto de rugby empieza a cambiar y se hace más dinámico, más versátil y exigente para dar entrada a un nuevo perfil de atleta. La primera vez que vi a Lomu fue en Bayona en un partido contra la Côte Basque y podría describir perfectamente la sensación al verlo bajar del autobús, impresionaba. Y verlo con su par francés delante, al que doblaba en volumen asustaba. Jugaban a otra cosa diferente a la que jugábamos nosotros. Con un perfil como él se permitían cambiarlo de puesto y romper donde quisieran.

Podía haber sido un delantero más al uso, de hecho seguramente el mejor de su década, pero fue uno de los mejores de la historia. Sacó el máximo partido a sus virtudes y desafió la forma de jugar y de entender un deporte como el rugby. No sé si seremos capaces de agradecérselo. Bueno, la parte en la que los gordos también tenemos que recolocarnos, llevar camisetas ceñidas y hacer algo más que empujar no sé si me hace tanta ilusión. Pero en fin.

Jonah se fue con 40 años, perra vida. Y tuvo tiempo de dejar un legado reconocible. Preguntes a quien preguntes, rival o no, reconocerá su grandeza

Johan Cruyff fue un jugador y entrenador de fútbol holandés que hizo algo parecido desde el opuesto físico. En un futbol de delanteros tanqueta, rematadores, fuertes, de garra aparece un muchacho delgado, bueno flaco, con pinta de torpe y que se mueve por el campo como si no fuera un delantero. ¿Han visto el gol acrobático que le mete al Atlético? Eso era en la temporada 73-74, casi nada; y no es que sea especialmente técnico, pero es una forma de entender el juego diferente. Si sólo se le puede dar así, saltando y girándome para darle de espuela, se hace. Se intenta. Y se logra. O ese penalti indirecto. Se entiende de otra forma el deporte y se hace. Así se cambia la historia. Igual hizo como entrenador y no es fácil cambiar la forma de jugar, aprovechar lo que se aprende de otros, mejorarlo, hacerlo propio y proponer un cambio real, desde dentro. Apostar fuerte y ganar. O perder haciendo lo que crees. Con raza, con agallas, algo más parecido a Astérix en contraposición de Obelix Lomu

Johan y Jonah, los imagino juntos y no puedo sino sonreír. Dos perfiles destinados a ocupar puestos diferentes a los que ocuparon pero que decidieron abrir una nueva vitrina en la historia en lugar de ocupar un sitio más entre los mejores.

Son estos perfiles los que hacen que los deportes, las instituciones o lo que sea en lo que estén cambien. Los perfiles que toman decisiones arriesgadas. El ridículo de Johan si en ese remate en el aire no le da al balón hubiera sido estrepitoso, pero se hubiera olvidado enseguida y no hubiera pasado nada. Igual que el ensayo de Lomu contra Inglaterra en las semis del mundial del 95 cuando decide que la forma más fácil de ensayar es pasar por encima (literal) de la defensa inglesa, si lo hubieran placado no hubiera pasado de una chiquillada pero se convirtió en un ensayo histórico donde un ala revienta a la delantera de Inglaterra.

Decidir confiando en las propias posibilidades, y entrenarlas claro, entrenar una y otra vez tus virtudes, hacerlas fuertes, más fuertes que tus miedos. Si tienen que convivir, al menos que no ganen los miedos. Porque están, claro. ¿Recuerdan la cara de Cruyff cuando va a saltar la valla a punto de ganar la Champions en el 92?, mira como pidiendo permiso, dudando, es bestial.

La verdad que es una pena escribir siempre a toro pasado, pero impresiona ver las despedidas de sus compañeros de profesión que ya no son rivales. Respeto, de eso queda poco ahora. El respeto que se gana haciendo lo que uno sabe hacer. (Las hakas de despedida a Lomu son lo más emocionante que he visto en años. La segunda son ex compañeros de selección. Lagrimica.

Johan les pidió a sus jugadores esto antes de salir a jugar el partido más importante de su vida: «Estáis en Wembley, y vais a jugar una final de la Copa de Europa: así que salid ahí fuera y disfrutar». Seguro que lo pronunció a su manera, pero ese el mensaje.

Va, venga, salgamos y disfrutemos. ¿Sí? Vamos.


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