• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Sabatinas

Haz lo que debas

Por Fermín Mínguez

Tuve un compañero de trabajo, un gentleman inglés de los pies a la cabeza, que cuando solía cerrar nuestras conversaciones con un “boy, do the right thing”, y ese “chico, haz lo correcto” tan simple se llegó a convertir en un mantra. Bien sencillo de plantear, pero no tan fácil de cumplir.

Una persona decide qué dirección tomar.
"Hacer lo correcto es la mejor arma para garantizar que los cambios serán duraderos, y confiar en que el ejemplo dado provoque el mayor número actuaciones correctas".

Pensaba en él en estos días de pedradas y barricadas, de mensajes enfrentados de incentivo y crítica. Estos días que son como en un juego de ajedrez donde reyes y reinas envían peones a primera línea mientras se refugian cómodamente en su `poltrona, el juego de siempre. Sin embargo, y quizás me equivoque, corríjanme, no he oído que se haya presentado ninguna proposición oficial para modificar o derogar la ley que tanto daño les causa a todos. Sí he escuchado al menos a dos políticos, ambos relevantes, decir que hasta cuándo vamos a tener que soportar esta ley. Pues la respuesta es fácil, hasta que ustedes la modifiquen, que es su trabajo. Los jueces no hacen las leyes, las aplican. Aquí también me acordé de algo que dijo al respecto Audre Lorde, “Nunca es fácil exigirnos lo mejor de nosotros mismos, de nuestras vidas, de nuestro trabajo. fomentar la excelencia es ir más allá de la mediocridad fomentada en nuestra sociedad”. Pues eso, que se puede decidir liderar desde la agitación, animando a que otros asuman los riesgos que tú no tienes valor de asumir y luego lamentar lo que está pasando, o también puedes liderar desde la asunción de responsabilidades.

Entrar en un debate chabacano y vocinglero, (qué bonitas las dos palabras), no es superar la mediocridad sino alimentarla, por muy justa que cada uno piense que sea su causa, lo verdaderamente exigente es asumir el riesgo de ir un poco más adelante, de renunciar al aplauso fácil y asumir que los logros se consiguen perseverando y haciendo el máximo que puede hacer cada uno desde su posición.

Nadie recordará nombres de estas algaradas, al final serán un tema en algunos libros de historia si no desembocan en un cambio sustancial, que no tiene pinta. Si lo piensan bien, de las revueltas estudiantiles de finales de los 80 a quien se recuerda es al Cojo Mantecas, que ni estudiante ni gaitas, pero que dio imágenes impactantes, al que se elevó a la categoría de icono revolucionario y al que se dejó morir de sida en el olvido con solo veintinueve años. El icono de un movimiento estudiantil fue la foto de alguien que vivía fuera del sistema, pero que el sistema necesitó para justificarse.

Sin embargo aquí estamos, hablando de Audre Lorde que creció a principios del siglo pasado siendo negra, lesbiana y pobre en Estados Unidos, se la ha recordado por hacer algo más de lo esperado, porque llevó al límite su posibilidad de impacto, lo mejor de sí fue ser poeta y dejar algunos libros que invitan a la reflexión de generaciones futuras. Porque por esto la nombro, por su capacidad de crítica y reflexión, no por moda o referente de minorías, no. Nombrarla por ser pobre, negra y lesbiana sería ventajista y poco honesto para ella, sería como usar las herramientas del amo que ella criticaba. "Las herramientas del amo no destruirán la casa del amo", decía. Apunten la frase por si están pensando hacerse un tatuaje. Vamos, que lo que algunos llaman revolución, el sistema lo llama normalidad, de la misma forma que Rambo llamaba hogar a lo que el resto llamaba infierno. Lo realmente revolucionario difícilmente se podrá compartir en Instagram, a menos que abran una sección de cambios sociales, claro, donde puedan recogerse pensamientos innovadores.

El pensamiento no se etiqueta, ni delinque. Si se etiqueta es porque se quiere hacer uso partidista, y volver a confrontar los a favor y en contra. Apliquen el “las herramientas del amo nunca destruirán la casa del amo” a cualquier situación de su vida diaria, y tendrán en la mano un elemento de cuestionamiento potentísimo. Y dará igual su trasfondo político o social, porque pensar en los amos, los dueños, como alguien con sólo un perfil posible es pobre y limitante, ¿no creen? Amos acomodados hay de derecha, izquierda, revolucionarios, reaccionarios, profesionales y domésticos, masculinos, femeninos, neutros y terminados en e.

Así que lo mejor que podemos hacer es dar el máximo que podamos, y si lo mejor que podemos hacer es tirar piedras, pues habrá que tirar piedras, pero sería bueno reflexionar sobre si eso es lo único que podemos hacer o quizás podamos hacer algo más desde nuestras posibilidades, porque sobre lo único que tenemos control es sobre lo que nosotros podemos hacer, no sobre lo que otros decidan responder o reaccionar.

Hacer lo correcto es la mejor arma para garantizar que los cambios serán duraderos, y confiar en que el ejemplo dado provoque el mayor número actuaciones correctas. No es necesario que nadie valide nuestras propuestas, el éxito no está en que nos den la razón sino en encontrar puntos en común de mejora. Aquello que comentamos de muchas personas haciendo muchas cosas buenas, aunque sean pequeñas.

Sólo uno puede ser el más rápido o el más fuerte, pero todos podemos ser lo más rápidos y fuertes posible. La vida no puede ser una quiniela que se decida en 1-X-2, primero porque jugársela a un partido impide poner en valor todo el trabajo realizado, y segundo porque la estadística nos dice que todo tiende a la X, y el empate puede significar estancamiento si se toma como resultado único. Pero puede ser equilibrio si se plantea como objetivo.

Los objetivos mejor plantearlos claros y sencillos, personales, sin que dependan de nadie que nos obligue a corromperlos en nombre de los objetivos de una mediocridad social, que decía Lorde. Ya lo cantaban los LIghtining Seeds, que miren que es bonito el nombre del grupo, semillas del rayo, o veloces, que ambas me valen, que no hay que vender los sueños que tendríamos que mantener. Y mucho menos porque terceros nos intenten quitar la ilusión o cuestionen nuestro proyecto. 

La honradez debe estar siempre por encima del prestigio, como base del mismo, para hacerlo duradero. Cualquiera consigue caché a base de soflamas, pero es más difícil hacerlo con compromiso.

Hacer lo correcto, hacerlo lo mejor posible, dejarnos la vida en vivir, y en que los siguientes puedan vivirla mejor. Puro y simple.


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