• sábado, 20 de abril de 2024
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Opinión / Sabatinas

Descender en la vida

Por Fermín Mínguez

La semana en la que se ha consumado el descenso de mi 'Osasunica' puede ser la misma que confirme el descenso a los infiernos de Aguirres y Pujoles. Los primeros por una mezcla de falta de madurez deportiva y también estructural, los segundos por algo parecido pero con más cara.

Esperanza Aguirre e Ignacio González EL ESPAÑOL
Esperanza Aguirre e Ignacio González EL ESPAÑOL

No cuesta imaginar que la vida política siguiera las mismas normas que la liga de fútbol, y que aquellos que no cumplieran con su cometido fueran descendidos de categoría. Y que al igual que las deudas de los clubes con Hacienda, tuvieran que devolver su deuda con el erario público si se demuestra que se lo han llevado. Sería una buena forma de regenerar la clase política, ¿no creen? Aquellos que desciendan tendrán que hacer méritos para volver a subir y poder optar a un puesto público de nuevo.

Se pueden adaptar normas, si en fútbol valen doble los goles en campo contrario, aquí puntúa doble en negativo si pillan también a familia. Si es tu pareja, el doble, si son hijos el triple, y si son cuñados cuatro veces más de sanción.

Esto daría para evitar que cualquier pariente de Ignacio González se acercase a cualquier puesto público en años. Hermanos, cuñados, amigos de infancia, creo que el único González que no aparece merodeando la operación Lezo es El Pescadilla; y eso que lo avisó en un vídeo que rueda por redes sociales en la que el expresidente de Madrid dice que no pondría la mano en el fuego ni por él mismo.

¿Tan grande es la tentación? Igual a estos les pasó como a Osasuna, que no estaban preparados para jugar en 1ª división, acostumbrados a segundos planos y claro, te ponen delante el Canal de Isabel II y se va de las manos la gestión. O como quieran llamarlo.

Hay otra norma que sería bueno aplicar, esta del rugby (vayan a ver rugby, apoyen a sus clubs, compren balones ovales) que, a grandes rasgos, dice que si después de un golpe de castigo, una sanción, impides que el contrario juegue y le placas es tarjeta amarilla y 10 minutos fuera (corríjanme los puristas, los pilieres no somos muy de entender el reglamento).

Así que el que entorpece voluntariamente el desarrollo del juego, a la calle. Que si me investigan amenazo con tirar de la manta, o destruyo información, o rehago un entramado con mis hijos para hacer lo del trilero y la bolita, pues a la calle también. En rugby también se sanciona hacer pantalla, que es otra forma de entorpecer, pero esto es más complicado de aplicar, porque si por ejemplo las cuentas las maneja tu mujer, un suponer vamos, si esta te quiere con locura como quieren las princesas de los cuentos, o las infantas, queda sin valor.

Lo peor de esta situación es que no sé si pasará de esta columna en la que me enrabieto, y de algún brindis al sol en forma de mociones que no prosperan y de peticiones parlamentarias de explicaciones, con lo bonito que sería tener un grupo de intocables como los de Elliot Ness que se dedicaran a denunciar a todos y cada uno de estos listos y reclamarles el dinero.

Porque al final es todo una cuestión de moneda que cantaban Los Rodríguez, y esto les iguala. Igual me da el tono digno de Marta Ferrusola diciendo que “Cataluña no se merece esto”, que el inocente desconocimiento de la infanta, que la bravucona desconfianza de Ignacio González, que la folclórica desesperación de Isabel Pantoja, porque la ambición y la desvergüenza les iguala. A todos y cada uno de ellos y a todas y cada una de ellas. Al mismo saco. Al saco de paso un rato malo y me lo quedo.

Es como si Osasuna ahora silbase o pidiese perdón porque se esforzó poco, o salga el entrenador diciendo que él no sabía cómo iba lo de los puntos, que eso lo lleva su mujer y se inscribiera en Primera el año que viene. Y a todos les pareciera bien.

Igual es que además de que las personas que roban no están preparadas, la estructura tampoco y como la conocen juegan. A lo mejor es necesario que cada cual reclame lo que le toca. Si hay algún abogado en la sala que me diga cómo puedo reclamar la parte porcentual de los impuestos que pagué en Madrid y que se han llevado estos señores, o lo mismo con lo que pago en Barcelona, que me lo diga.

Porque igual treinta y un millones de euros no devuelven, pero si les reclamo mis 27 o 46 euros, o los que sean, es más fácil. Y si lo pedimos todos pues eso que conseguimos. Yo lo devolvería como donación a las arcas públicas, de verdad, para lo que haga falta.

Igual es la forma de volver a Primera, pero a la Primera de la vida, de la dignidad, de la justicia. Que no es tanto que los que ejercen cargos públicos sean honrados como que les digamos que no hay otra manera de serlo.

Esa es la Primera por la que merece la pena luchar. A la otra ya volveremos, volveremos, volveremos otra vez.

Pero por otro camino, hagámoslo por los que vienen, como canta Mr. Bradley, porque desde aquí cuesta ver a dónde vamos.


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