• martes, 19 de marzo de 2024
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Opinión / Sabatinas

Blancanieves

Por Fermín Mínguez

Tranquilos, no voy a hablar de Ayuso. Es la Blancanieves de Disney, la original… aquí venimos a hablar de temas serios.

"Hay un movimiento para promover un cambio en el final de Blancanieves porque el beso del príncipe es un beso no consentido, y esto es un mal ejemplo para la infancia que perpetúa un modelo de relación tóxico, y debemos educar en otros valores"

Pensaba que era broma, se lo prometo, pero parece que no. Esta semana empezaron a llegarme memes con finales alternativos a la historia de Blancanieves, ¿los han visto? Había un montón donde el príncipe le despertaba de formas más originales, tirándole un cubo de agua, con un despertador y uno muy gracioso donde el príncipe se acercaba al lecho de la muchacha con una bocina de aire comprimido en la mano. Hay que ver cómo es la gente, pensé, pero no había hecho más que empezar mi sorpresa.

El tema es que hay un movimiento para promover un cambio en el final de Blancanieves porque el beso del príncipe es un beso no consentido, y esto es un mal ejemplo para la infancia que perpetúa un modelo de relación tóxico, y debemos educar en otros valores y no ofrecerles este tipo de ejemplos. Supongo que la parte en la que siete enanos trabajan sin ningún descanso, ni medidas de prevención de riesgos laborales no impacta. O que su madrastra la intente envenenar tampoco. Ni esa parte, que puede ser un ejemplo claro de consumo de sustancias tóxicas y alucinógenas, donde unos pajaritos le ayudan con las labores de casa (ojo a este punto también) y cantan a dúo.

El debate se ha reactivado ahora porque en una de las nuevas atracciones de Disneyland se muestra el beso final, pero, rebuscando en redes, el tema lleva ya algunos años coleando. No sé si la atracción estará cerca de esa donde un padre mutilado y consumido por el odio intenta matar a espadazos láser a su hijo, el cual ha tenido algún frote con su hermana, pero todo correcto, oigan.

Vamos a ver, a mí Blancanieves me da bastante grima. No puedo con ella ni con la película, cada vez que arranca a cantar pienso que ya está tardando su madrastra en darle no la manzana, sino un pastel entero y dos botellas de sidra para bajar, así que no pienso darle estatus de referencia educativa, lo siento.

Pero es más, la película es de 1937. Un año terrible donde de lo poco bueno que nos trajo es que nació Morgan Freeman. 1937. Es importante centrar cuándo pasan las cosas, porque la Historia se escribe hacia adelante, ya lo decía Mafalda. Hacia adelante. Juzgar situaciones de hace ochenta y cuatro años con los ojos de hoy además de un absurdo es injusto, y, si me permiten, una imbecilidad del tamaño de la torre Agbar. Lo peor saben qué es, que me temo que esto es para justificar luchas actuales, y vender como logro que han conseguido cambiar la Historia a mejor, cuando, insisto, la Historia se escribe hacia adelante.

Vaya birria de guerras nos buscamos, cocinadas y llevadas a ebullición en redes sociales, donde creemos que por publicar impactamos y luego nos lee el Tato y su primo.

La primera solución si alguien considera que Blancanieves es nociva, es no verla. De verdad, quizás les parezca una propuesta difícil y transgresora, pero funciona. No la vean. Esto es fácil, ánimo. Luego está la segunda, que es más difícil y requiere de esfuerzo: si la ven y no están de acuerdo con lo que ven, explíquenselo a sus hijos e hijas, hagan una labor de reflexión y aprovechen para construir la historia hacia adelante. ¿Saben que pasa?, que la vida es bastante más perra que la madrastra envenenadora, y que ustedes cambien el final de una peli y en lugar de un beso no consensuado se despierte a ritmo de Paquito el Chocolatero interpretado por la charanga de Marcilla, no va a evitar que haya gentuza en el mundo que vaya a intentar besos robados, metemanos, acosos, abusos y cosas peores. Que escondamos lo que no nos gusta no hace que desaparezca. Que no hablemos del mal a los niños no hace que este desaparezca, no nos engañemos. Construimos burbujas que la vida, esa que construimos, se dedica a reventar con sus agujas de realidad.

Ese es el problema, que seguimos protegiéndonos de la Historia pasada como si esto arreglara la Historia futura. Esto no es ser inocente, es ser imbécil, desde el cariño y el respeto siempre, claro.

No tengo ni idea de si estoy educando bien a mi hija o no, porque la educación, como casi todo en esta vida, se valora muy a largo plazo, pero estoy intentando que se forje en un modelo lo más alejado a Blancanieves, pero que la pueda ver sin problema. Que sepa distinguir entre ficción y realidad, que una mujer tan pava no la tome como modelo, pero que pueda ver la película, que le guste y que la cuestione. El esfuerzo es que sepa identificar a quien venga con malas intenciones, y que si alguien se pasa y no respeta sus límites, lo pueda parar y sepa enfrentarse, y, ojalá, meterle un cabezazo que le reviente la nariz (pedagogo, sí, pero ya saben lo de la casa del herrero y el cuchillo de palo y eso). No puedo culpar a la influencia de Blancanieves que mi hija sea autónoma o no.

Oigan, ¿no será que estamos intentando liberar traumas propios en otras generaciones?, ¿o que como no tenemos capacidad de decisión en nuestra vida empezamos guerras ridículas para reivindicarnos? Ojo, a ver si esto va de una generación que no tiene agallas para luchar por un futuro mejor y busca la recompensa en cambiar un pasado que ya no tiene remedio. También puede ser que a base de tener una vida relativamente fácil, nos hayamos convertido en una generación, o generaciones, de gilipollas integrales que preferimos defender a Blancanieves del príncipe (les recuerdo que son dibujos), que a nuestras hijas e hijos de letras de canciones que, (perra, baja, aguanta y chupa) están proyectando una imagen bastante peor y sobre las que sí podemos incidir. Menos ir contra Disney, que suena bien pero no impacta, y más contra los riesgos reales.

Miren, si Blancanieves quiere ser una mantenida y es feliz con un príncipe que va vestido con un disfraz de Aliexpress, pues dejen que sea feliz. Su éxito, el de ustedes, no será cambiar la vida de terceros, sino hacer mejor la propia. A ver si nos enteramos ya.

Espero que Juárez no tenga razón y lo siguiente sea reescribir Hamlet, buscando esta corrección no cuestionadora y se haga extensiva a películas, porque si es así, una de las primeras películas en caer será Apocalipsis now, y nos perderemos al Coronel Walter E. Kurtz (tremendo Marlon Brando) diciendo: “Juzgar es lo que nos derrota”. Lo he citado aquí alguna vez, y estoy pensando hasta en cambiar el nombre de las Sabatinas por esta frase, fan total. Preferimos juzgar que actuar, tachar de malos, inútiles, tontos, incapaces y demás lindezas al resto antes que plantearnos actuar y mejorar las cosas hacia adelante.

Juzgar es lo que nos derrota, y trabajar lo que está a nuestro alcance para ser mejores, es lo que nos hace vencedores. Será mejor elegir bien nuestras guerras, ¿no creen? Que se lo pregunten al Coronel Kurtz…


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