• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / Sabatinas

Las batallas, sus glorias y sus consecuencias

Por Fermín Mínguez

Alguna vez hemos hablado de esa capacidad del ser humano de defender una postura y la contraria dependiendo de si le conviene o no. Da para teoría filosófica, sigo estando convencido.

 

Mover una pieza tiene sus riesgos y sus consecuencias.
Mover una pieza tiene sus riesgos y sus consecuencias.

Debe de ser otro de los efectos de la globalización, que no afecta solo al comercio o a la gestión de la información, sino también a la opinión. Cuanto mayor es el rango de opiniones contenidas en un bando, más se diluyen; o diciéndolo más claro, a menos bandos menor criterio, ¿no creen? Ejemplos hay miles.

Con el tema de la sentencia de 'La Manada' por ejemplo.

Expresé mi opinión hace un par de semanas, de la que me hago responsable y que me ha costado algún disgusto. Insisto en que creo en la justicia, que creo el problema está en que se acepte que pueda haber falta de consentimiento y que se normalicen patrones de conducta de delincuentes por comportamientos legales de las víctimas (que si iba borracha, que si se dio un beso con uno, que si enseñaba pierna).

Sobre esto último he visto y oído barbaridades estas últimas semanas, justificaciones a una conducta deplorable, pero también he leído opiniones que invitan a la reflexión, esté de acuerdo con ellas o no, y la respuesta ha sido igual para ambas.

Y eso no puede ser, porque entre extremos nunca hay punto de encuentro, seguimos jugando a enarbolar verdades en lugar de a debatir razonamientos y acabamos dándonos con los palos de las banderas que reflejan nuestras posturas.

Para muestra el botón de la que le cayó a Eduardo Laporte por hacer una reflexión sincera sobre el proceso judicial y la postopinión. Por lo que le conozco, que es básicamente lo que le he leído, considero a Eduardo un tipo cabal, informado y juicioso y les aseguro que está muy lejos de las barbaridades que se han opinando en Facebook tras su comentario.

Les diré que no compartiendo algunas de sus aproximaciones al tema en cuestión, sí que me hizo plantearme alguna de mis posturas y se lo agradezco. Pero la turba o entiende de matices y el hostigamiento ha hecho que perdamos su opinión, espero que temporalmente, de redes sociales. Y no quedan demasiados tipos con los que se pueda discutir.

Estoy convencido que si todos los que opinan a machete enredes sociales tuvieran que dar su opinión de forma razonada habría más puntos de encuentro, pero opinar a ráfagas es lo que tiene, que se calienta el gatillo y disparas donde disparan los afines.

Pero parece que solo se puede estar a favor o en contra de la totalidad, o blanco o negro, y no es que la vida esté llena de grises, es que está llena de colores y no sólo los básicos, sino colores con nombres bonitos como añil o malva. La mayoría de las personas que han apedreado a Laporte estoy seguro que suscribirían la mayoría de sus opiniones, pero habría que asumir el riesgo de salir del pensamiento único y estar parcialmente de acuerdo, y a lo mejor eso duele.

Esto no puede ser así. No podemos vivir en un “tú antes molabas” sólo porque no compartamos alguna opinión, habrá que hacer el esfuerzo  de cuestionarnos para avanzar y no ser rebaños. Porque los rebaños tienen pastores, así que no pidamos líderes si nos comportamos como ovejas, porque tendremos pastores. Con vara en el mejor de los casos, perros ladradores para asustarnos y reconducirnos en el resto.

En esta obsesión por controlar que nadie se escape de la opinión tipo prevista para cada rebaño se puede dar el caso de que haya más perros pastores que ovejas, más controladores que opinadores, entonces tenemos el escenario perfecto para no avanzar ya que sólo se van a escuchar los ladridos. Y no estoy hablando de política, ojo, esto no es patrimonio de una tendencia política, porque es posible que estén ustedes asintiendo pensando en clave de pertenencia (esos fachas o esos rojos) y para esos enfrentamientos estamos faltos de Torrebrunos con nivel para mediar con tigres y leones.

Es como si hubiera delitos de primera y segunda dependiendo de si se les da una justificación política o no, así evitamos cuestionar los fondos y esto ya es de traca. Por ejemplo, que ETA anuncie el fin de su actividad armada es una buena noticia, porque el hecho en sí mismo es bueno, no matar es lo correcto.

Pero es que es lo lógico. Igual que me parecería una buena noticia si una asociación de estafadores y prevaricadores dijera que deja de hacerlo, o si José Bretón en nombre de la asociación de asesinos de niños hace público que no lo harán más.

Que cualquier delincuente deje de delinquir es bueno, si además de delincuentes son asesinos, pues todavía mejor, ¿o no? Pero esto no puede ser un tema político; si defendemos la separación de poderes como garante de la libertad, que lo es, también toca separar política y delitos o estaremos justificando bajo el paraguas de “lo que defienden los míos” auténticas atrocidades.

La política de acercamiento de presos no puede depender de que una organización terrorista decida dejar de actuar, tiene que depender de la aplicación del Código Penal, de la situación de avance social que se haya producido, de superación del conflicto, de la madurez política o de lo que sea necesario en términos legales, pero no del chantaje al que nos tienen acostumbrados, ¿no les parece?

No entiendo que se pueda estar en contra de cualquier violencia (machista, policial, acoso escolar) y se dé soporte a quien ha acosado y matado a pesar de  una sociedad que los ha aborrecido en su mayoría hasta darle la espalda, jaleados solo por una minoría que ha vivido muy cómoda gracias al miedo de la violencia que ahora olvidan.

Curioso fue que el día del anuncio, éste no fue ni trending topic en twitter; que les puede parecer algo irrelevante, pero dice mucho de lo lejos que está esta gente de la realidad en la que vivimos, y estoy convencido que más lejos estarían si no se les diese cobertura bajo el manto de posturas políticas que nada tienen que ver con quien se ha definido con tiros en la nuca, secuestros, chantajes y miedo, mucho miedo.

Porque esto no es cuestión de izquierda o derecha, recuerdo la rabia y el dolor de amigos abertzales cada vez que estos desalmados atentaban así que quien confunda términos les estará dando la razón a los asesinos, sino de objetivar y posicionarse de forma individual ante aquello que no nos parece correcto, sin mezclar mangas con hombros o narices con perineos que dice mi amigo Albert (no Rivera, hay más Alberts en el mundo), aun a riesgo de que te etiqueten desde alguno de los bandos, o desde todos, porque detrás de cada etiqueta lo que hay es miedo a cuestionarse. Y a que te sacudan, claro.

El otro día alguien a quien he conocido hace poco y me está regalando cosas bonitas me regaló este verso de Hölderlin que dice que “allá donde crece el peligro crece también lo que nos salva”.

Bienvenido el peligro de cuestionarse, bienvenidos los mordiscos de los perros pastores del pensamiento único. Cada batalla tiene su gloria y sus consecuencias, como canta Ben Harper. También la de opinar en público, claro.

¿Juegan?


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