• miércoles, 24 de abril de 2024
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Opinión / Sabatinas

La vía-T

Por Fermín Mínguez

Sí, ese invento tan sencillo que se pone en el parabrisas y abre la barrera de la autopista y los parkings sin tener que parar. No lo llamaría ya innovación, pero es que a veces ni para eso estamos preparados.

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"Se levanta la barrera y salimos, todavía no ha amanecido, conseguido". ARCHIVO

El primer sistema de telepeaje se instaló en 1991, déjenme hacer una previa breve, aunque el impulso definitivo vino en 2003, así que siendo generosos es una tecnología que ya tiene 17 años. Para que se hagan una idea, en 2003 el teléfono que la rompía era el Nokia 6600, aquel cuadrado pero ya con pantalla a color, el Motorola con tapa o la BlackBerry con todo el teclado, ¿se acuerdan?

Faltaban cuatro años para la aparición del primer iPhone y ni Facebook ni Twitter existían. Fíjense lo que ha pasado en diecisiete años, casi nada. Anda que no han pasado cosas, ¿verdad? Pues seguimos sin adaptar lo básico, la estructura, para optimizar estos avances. La mayor parte de las veces invertimos en teléfonos de más de mil euros para hacer selfies con morritos tomando un batido de aguacate y chía en un vaso con la forma de Albacete o para jugar al Candy Crush con calidad 4K.

Mas tecnología que la que tenía la NASA cuando llegó a la luna y la utilizamos para hacer memes con Estefanía… Más pendientes de parecer modernos que de modernizarnos, ¿Qué estoy exagernado? Les cuento el por qué del título.

Volvía a Barcelona un día de esos que las autopistas esperan mucho tráfico, bueno las autopistas no, que no esperan nada, la dirección de Operaciones por ejemplo, y decide habilitar más cabinas de peaje en sentido entrada, esto les suena seguro.

Como idea siempre me ha parecido un error, al menos para la circulación, ya que se pasa de dos a doce carriles, que es estupendo, peor luego se vuelve de doce a dos, lo que genera un embudo que provoca parones, aglomeraciones y demás. Lo único que se agiliza es el cobro, punto para Operaciones, pero no piensa mucho en el usuario. Pues bien, llegué a una de estas ratoneras buscando la cabina con vía-T para pasar el trámite rápido, mirando al resto con ese aire de superioridad del que se cuela en la fila, como cuando tienes prioridad en el embarque o cruzas en verde un paso de cebra y perdonas la vida con la mirada al coche que te espera. Así de crecido iba yo. Error.

Busqué automáticamente la fila de la izquierda, la prioritaria para vía-T, pero se había habilitado para cualquier método de pago y sólo había una preferente, triste y sola, en la otra punta del peaje, en fin, para que poner varias vías rápidas pudiendo enlentecer un poco todas, ¿verdad?  Empecé a cabrearme con el de operaciones, al que ,me imaginé varón y en zapatillas y bata en casa, ni idea de por qué. Así que acabo en una fila con todos los métodos de pago posible encendidos, metálico, tarjeta, via-t. Sólo faltaba un luminoso con forma de gallina para garantizar pago en especie. A ful mi fila.

Pues nada, que no avanza. El conductor del primer coche gesticula y no avanza. Se forma una cola importante. Pitidos. Y aparece, como en una peli de James Bond, entre los coches, una mujer mas cerca de los sesenta que de los cincuenta que podría llamarse Amparo, con su uniforme de autopistas y el chaleco naranja propio.

 - No piten, ¿no ven que estamos parados?

 - Ya, ¿podría decirnos por qué?

 - Ese coche tiene problemas de pago…

Pensé en la señal de todo tipo de pago y me lo imaginé intentando pagar con gallinas, dos chorizos y una docena de huevos, porque el resto de formas de pago estaban permitidas, así que no sé qué problema había. ¿No será al revés?, pero no le dije nada a Amparo que se empeñaba en sacar cuatro coches para atrás en medio de un atasco monumental.

 - Oiga, ¿y si le dejan pasar y le cobran luego?, o le fustigan pensé, pero no se lo dije.  Y así desbloquean esto. Sería más fácil.

 - La empresa no lo permite. “La empresa” dijo, y yo me imaginaba al de Operaciones en bata, zapatillas y ahora fumando en pipa. Le insulté en bajito.

 - Pero si es solo uno, mujer, y es más fácil…

Amparo ya no me escuchaba. Empezó a mover los brazos de arriba abajo para hacer que los coches se apartaran y nos dejaran salir para atrás. Mi hija se unía a la fiesta diciendo “Papi, parece que va a volar”. Igual es eso lo que pretendía, porque ahí estaba jugándose la vida en la jungla del peaje, más le hubiera valido salir volando, sí.

Tres horas o cinco minutos después consigue sacarnos del puesto conflictivo, que en cuanto se vuelve a llenar funciona. Así es la vida. Amparo, convertida ahora en Romerales me indica que me meta en el carril contiguo.

Es que es sólo tarjetas y llevo via…

ENTRE. Me dice tajante mientras sigue aleteando. Yo no me atrevo a rechistar a un colibrí con chaleco, que quieren que les diga.

Se lo imaginan, ¿verdad? Efectivamente, no puedo salir… Hay otra mujer ayudando con los tickets y tarjetas para ayudar. Está muy bien que la forma de ayudara a la tecnología sea meter más recursos humanos, más personas. Muy bien la tecnificación. Añado copa de coñac al kit del de Operaciones y esta vez le insulto en tono medio.

 - Me da su ticket

 - No tengo, he entrado con vía-T. Contesto ya al borde del llanto.

 - Pues se ha equivocado al entrar, aquí no puede pagar…

 - Me ha hecho entrar su compañera. De verdad, yo sólo quiero llegar a casa antes de primavera…

 - Aparece Amparo, ya sin aletear, esta vez es mi hija la que empieza a aletear cuando la ve. Esto promete.

 - ¿Dónde ha entrado en la autopista?

 - Pues no lo sé, he salido y he entrado otra vez, pero no sé bien.

 - ¿No se ha fijado?, hay que mirar…

 - Siento que me convierto en el personaje de la ira en Del Revés de Disney. Respiro y aprovecho el aire que levanta el aleteo de mi hija desde el asiento de atrás.

 - No, lo siento. ¿Lo pone en algún sitio al entrar?

 - No, pero lo puede ver en la cabina (ojo, agárrense bien) ¡¡AL COGER EL TICKET!!

 . Pero es que he entrado con Vía-T…

 - Pues tendré que cobrarle el máximo…o tendré que consultar dónde ha entrado.

 - Ventajas de la tecnología. Digo con cierta retranca.

 - Cierto, siempre ayuda…

Decido no llorar, me parece que rompería el momento de felicidad de Amparo que ha encontrado la solución. Le acerco la pastilla de la Vía-T pero como guinda me dice que no, que sólo con tarjeta. Se me escapa una lágrima. Mi hija pregunta que por qué estoy rojo. Se levanta la barrera y salimos, todavía no ha amanecido, conseguido.

El resto del camino voy pensando como seguimos creyendo que innovamos cegándonos con novedades fugaces pero sin adaptar la estructura. Mira qué es sencillo en este caso, y lo que debiera agilizar un proceso lo que hace es ralentizarlo, porque escondemos la novedad detrás de la necesidad, es decir que, si algo cuestiona el negocio, plegamos velas y volvemos al modelo anterior. Acabaremos poniendo altavoces a las Roombas y diremos que son “acompañantes digitales”, y gastaremos dinerales en crear soluciones nuevas que no lo son, en lugar de evolucionar y desarrollar las ya existentes para hacerlas mejores.

Hay que hacer que la innovación y la tecnología sea el origen del cambio, y no sólo una justificación presupuestaria que siga dictados de moda. La tecnología tiene que ayudar no solo al usuario, sino también a que Amparo pueda hacer mejor su trabajo. Todo lo demás, como decía Juan Pablo, será buscar “gallina gorda que pese poco”, y eso, queridas y queridos, no existe.

Qué será, será…


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