• sábado, 20 de abril de 2024
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Opinión / Sabatinas

Atila

Por Fermín Mínguez

Un hombre sostiene una brújula en una montaña.
"Liderar es fácil, lo que es complicado es liderar bien, pensando en el beneficio de tu equipo o de tu pueblo más allá del beneficio personal".

Han leído Atila y han pensado “el rey de los hunos” y luego en eso de que “por donde pasaba no volvía acrecer la hierba”, ¿a que sí? Igual Rafa sabía que su caballo se llamaba Othar, porque Rafa sabe de todo, pero la mayoría nos quedamos ahí, ¿acierto?

Lo curioso es que no demasiados saben que gobernó el que fuera el mayor imperio de su época, de punta a punta de Europa. Que sometió a un decadente imperio Romano y que no arrasó Roma porque medió el Papa, que ya les fue bien porque no tenía pinta Atila de tener un cuerpo diplomático negociador. Tampoco se sabe que debía hablar varios idiomas y que podría haber sido una persona culta. Incluso hay algunos historiadores que lo ponen como un buen tipo. Pero no, la Historia lo recuerda como un gobernante violento, feroz y sin escrúpulos. Un matón que saqueaba con sus hordas todos lo que podía. ¿Saben qué pasó cuando murió? Pues que su imperio se desintegró, ni oído ni visto, oigan, ni un año tardaron, y en unos diez ya nadie se acordaba de los hunos. Qué cosas.

Esto pasa habitualmente cuando se tiene un líder personalista, alguien que solo piensa en sí mismo y en su propio beneficio. Se puede conseguir que la gente te siga si basas tu estilo directivo o relacional en el miedo, pero será complicado que te tengan respeto.

Complicado o imposible. Dedicarse a hacer a menos a tu gente y al sistema solo produce lacayos que seguirán tus órdenes para que no les pasa nada si se creen tu discurso, pero que en cuanto piensen un poco, o descubran otros perfiles que generen confianza pondrán pies en polvorosa. No hace falta solo pensar en Atila, o en empresas, también vale para relaciones personales. Si basas tu relación en hacer de menos a tu pareja para aparecer como el salvador o salvadora necesario o necesaria, lo lógico, y lo justo por cierto, será que a las primeras de cambio acabes como los hunos, olvidado.

Sin embargo el poder del miedo es tremendo, creo que es el único motivador más fuerte que la esperanza, y esto es terrible. Terrible porque siempre habrá quien funcione por miedo a las represalias, a no tener nómina, a quedarse solo o a que se cumplan los delirios de líderes ególatras sobre las intenciones de los otros… Se repite el modelo Atila, hordas de adeptos que siguen a quien les da miedo, anulando la capacidad autocrítica que es la que hace que asumamos riesgos y crezcamos.

No soy nada amigo de eso de salir de la zona de confort y demás mantras, porque, que quieren que les diga, encontrar una zona de confort y quedarse a vivir es algo maravilloso, ojalá la vida con edredón y zapatillas, y ojalá cuanto antes. Pero esta zona de confort debe ser decisión propia, es decir, que lleguemos a ella por decisión propia, no por imposición ni mucho menos por miedo, y esto se consigue con espíritu crítico.

Lideres de chichinabo van a aparecer siempre, perfiles que aprovecharán su puesto para el beneficio personal y que antes de perderlos serán capaces de todo, usar la violencia, mentir, influir a través de los medios, decir digo donde dijeron Diego, o, que se yo, enviar gente armada a las puertas de colegios electorales para interrumpir un recuento, ¿se imaginan?

La decisión difícil es decidir qué tipo de persona quieres ser, porque esto marcará las decisiones futuras. Uno no es corrupto por azar, por ejemplo, lo es porque hay una primera vez en la que no le parece mal aprovecharse de su puesto para algún beneficio, y decide comprometer su historia personal y su legado por tener unas tarjetas de crédito opacas para pagarse los caprichos, caprichos que por otra parte podría haberse pagado de forma legal.

Liderar es fácil, lo que es complicado es liderar bien, pensando en el beneficio de tu equipo o de tu pueblo más allá del beneficio personal. Se confunde adulación con admiración, y sumisión con respeto, gregarios con compañeros y lo que pasará es que cuando la amenaza se supere no quedará ningún compromiso con el proyecto y lo más lógico es que se esfume… 

El daño ya estará hecho aunque el responsable ya no esté. Los atilas dejan un reguero de desconfianza, rencor y pérdida de confianza que cuesta horrores reconstruir luego, pero dejan algo todavía peor, dejan el ejemplo de una forma ventajista de salir adelante y habrá quien copie el modelo para repetirlo en beneficio propio. Lo peor no es el daño que hacen, insisto, sino que perpetúan el modelo por repetición.

Por eso es tan importante la visibilidad a los gestores de personas, de equipos, que buscan conseguir sus objetivos desde la colaboración y no desde la utilización, piensen que los ejemplos “cascadean”, si Atila mata y roba, sus soldados matan y roban, así que si el padre, jefe, presidente o rey hace tal, habilita a que el resto también lo haga. Lo que se permite se promueve, queridas y queridos, no hace falta incentivarlo, basta con permitirlo.

Al final quienes tendrán que reponer lo quemado, levantar las persianas de lo cerrado y cicatrizar lo dañado seremos los mismos que lo sufrimos y lo consentimos. Legislar no está en nuestra mano, pero decidir que se permite y que no sí que lo está. Mi hija sabe que no es bueno mentir, mucho menos para conseguir algo o en detrimento de otros. Sabe que a veces se pierde y que aunque duela hay que aceptarlo, que a veces nos hacen daño y que vengarse sólo trae peores consecuencias. Ojo que también sabe que si le tocan mucho las narices a veces hay que marcar distancias, que esto no es un mundo de unicornios. Ojalá no se le olvide nunca, y, que, cundo le toque tomar decisiones que impliquen a terceros lo tenga en cuenta.

Piensen que ahora estamos formando a los atilas del mañana, luego no valdrá quejarse, es ahora cuando toca dar ejemplo en valores. Bueno, y enseñarles a bailar y a peinarse con estilo, que luego llegan a presidentes y ve uno cada cosa… sonrío.

En nuestra mano está formarles, y también dejar de creer que dependemos de nadie para hacer nada, que ya está bien de mediocres gestionando o decidiendo sobre nuestras vidas.

Porque al final lo que nos queda es eso, la vida, y más grande que la vida nada existe escúchenla.


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