• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Es periodista, uno de los fundadores de Telemadrid y su primer director de informativos.

La pasión de Rita

Por Fermín Bocos

La vida se complace en la ironía. Rita Barberá, la otrora popular alcaldesa de Valencia vive su particular vía crucis político

cuando  la "mascletá" anuncia Fallas, las fiestas en las que durante tantos años su imagen abría los telediarios y daba la vuelta a España  rodeada de falleras asomadas al balcón del Ayuntamiento. Eran los días de gloria y el "caloret". Pero en democracia, tarde o temprano, la corrupción pasa factura y Rita vive sus horas bajas. A caballo entre el silencio de algunos de los conmilitones veteranos con los que comparte escaño en el Senado(el sevillano Arenas, el riojano Sanz) y los "zascas" de los jóvenes delfines del partido (Maroto, Casado, Maíllo) que la han desahuciado.

Y al fondo de todo, desde la hornacina de La Moncloa, el enigma Mariano. Que por una parte parece que apoya a Rita diciendo que está contento porque la senadora acepta la invitación de un juez para declarar sin necesidad de acudir al dramático trámite del suplicatorio que protege a los aforados y por otra la deja caer al no decir nada ante el expediente informativo abierto en Génova 13.

Mariano siempre sorprende porque raro es el día en el que no ofrece nuevas pruebas de galleguismo. En este caso su proverbial ambigüedad favorece la duda acerca de si Rita guarda secretos que pudieran comprometer (todavía más) al Partido Popular. De ahí que con una mano la proteja y con otra autoriza la apertura del expediente informativo que pudiera ser la antesala de su expulsión del partido. Rita era mucha Rita.

En Valencia era la "jefa" y su sombra dentro del universo popular llegaba hasta Madrid. De ahí la conjetura acerca de cómo puede reaccionar. Aunque no tiene demasiadas salidas porque una abultada sospecha de corrupción la envuelve: nueve de sus antiguos concejales están siendo investigados por la Justicia y el PP de Valencia está acusado de blanqueo de dinero. Por eso, cuando proclama  que en el PP nunca existió una caja "B" y cuando asegura que ella no estaba al tanto del presunto trueque de billetes de 500 euros, cuesta creer que dice la verdad.

Su renuncia al acta de senadora, es más que probable. La única duda, dada su fogosa personalidad, reside en si se irá en silencio o sí, por el contrario, antes de despojarse de la clámide senatorial se llevará por delante a quienes comparten con ella los secretos de los manejos financieros non sanctos del PP.


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