• miércoles, 24 de abril de 2024
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Opinión / Es periodista, uno de los fundadores de Telemadrid y su primer director de informativos.

Nadie dijo nada

Por Fermín Bocos

Vivimos días de cambio. El tiempo dirá si es para bien o son síntomas de un proceso de la decadencia de nuestra sociedad.

De momento hay signos en el camino que no incitan al optimismo.

Apunto uno por lo que tiene de simbólico. El rectorado de la Universidad Complutense (Madrid) anuncia la supresión del Departamento de Filosofía. Con sus cerca de 80.000 alumnos, 6.000 profesores, 26 facultades y 185 departamentos, es la mayor de las universidades españolas. Los responsables de la gestión académica aducen que se trata de una reestructuración, no de una liquidación. Está por ver.

La comunidad docente desconfía visto que en los planes del Ministerio de Educación y Ciencia, la Filosofía y otras materias relacionadas con las Humanidades han pasado a ser hijas de un dios menor. Filosofía, Ética, Historia, Filología, etc. Demediadas, pese a ser los pilares culturales en el camino del saber al que a lo largo de la vida de un ciudadano en trance de ilustración se van incorporando otras materias agrupadas bajo la amplia etiqueta de las ciencias y las tecnologías.

Es lícito mirar a la cara de los actuales gobernantes para exigir una explicación ¡qué menos! Para conocer el criterio por el cual a lo largo de toda la legislatura, la Cultura -con mayúscula- fue relegada al papel de Cenicienta en los Presupuestos. Pero a la hora de exigir explicaciones por el desdén al que en los últimos años se ha sometido a todo lo que se relaciona con el saber y la cultura no sería justo cargar exclusivamente contra el actual Presidente en funciones.

Quienes aspiran a sustituirle en La Moncloa: Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera, tampoco parecen estar preocupados por la indigencia cultural hacia la que nos abocaría la liquidación de las Humanidades y con ellas la base sobre la que se asienta nuestra cultura que, ocioso es decirlo, es a su vez seña de identidad de España y lo español en el mundo.

En ningún momento del debate del lunes hubo mención a estas cuestiones más allá del anuncio (no desdeñable) de Albert Rivera comprometiéndose a bajar el IVA cultural. Bien está como síntoma, pero la enfermedad de valores (éticos, cívicos, culturales) que nos aqueja no se resuelve solo con el ahorro en las entradas del teatro, el cine o la compra de un libro o un video.

El problema es más hondo. Hablan los políticos de presupuestos para I+D+ I y ya dan por resuelta la ecuación de lo que podemos hacer para mejorar nuestro futuro como país. Si en el debate hubiera escuchado a alguno de los cuatro alertar acerca del acto bárbaro que supone suprimir un Departamento de Filosofía, habría pensado que no todo estaba perdido. Que teníamos gobernantes con más de un libro leído. Que había esperanza para nuestro país como sociedad avanzada. Pero nadie dijo nada.


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Nadie dijo nada