• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Es periodista, uno de los fundadores de Telemadrid y su primer director de informativos.

Ignorancia y sectarismo

Por Fermín Bocos

Hace unos días supimos que la CUP, heterogénea cofradía política catalana anticapitalista, le había declarado la guerra a Cristóbal Colón.

Pretendían que fuera abatida la estatua que Barcelona dedicó hace más de un siglo al Descubridor. Tildan de "genocida" al Almirante de la Mar Océana, título concedido por los Reyes Católicos en 1492. La iniciativa no prosperó porque la alcaldesa Ada Colau no secundó tan extemporáneo ataque iconoclasta. Donde sí ha prosperado otra iniciativa inspirada por el sectarismo político ha sido en Navarra. Por decisión del actual conglomerado de fuerzas que gobiernan aquella comunidad ha sido retirado del edificio de la sede del Gobierno foral el histórico escudo con las cadenas de Navarra.

El símbolo del Antiguo Reyno que evoca el arrojo y valor de la tropa navarra que con su rey Sancho VII el Fuerte al frente contribuyó de manera decisiva a la victoria de las armas cristianas contra el ejército almohade en la crucial batalla de las Navas de Tolosa librada en 1212. La idea de endosar a Colón el "genocidio" perpetrado contra las naciones y tribus que poblaban lo que hoy llamamos América resulta tan extemporánea como lo sería impulsar en el Méjico de nuestros días la destrucción de la maravillosa Piedra del Sol -un enigmático calendario-, porque sus constructores aztecas, eran caníbales y realizaban sacrificios humanos.

En el caso de la CUP la iniciativa remite a un izquierdismo infantil que ignora que la Historia es lo que fue y ni podemos evitar que Sócrates viviera en una Atenas en la que había sesenta mil esclavos ni que el gran Pablo Neruda se degradara como poeta escribiendo la infame "Oda a Stalin". Lo de Navarra es otra cosa. Aquí la intención política es explícita. La señora Barkos y sus compañeros de viaje han arrumbado el símbolo histórico de Navarra para allanar el camino a la ikurriña, la bandera diseñada por los hermanos Sabino y Luis Arana en 1894. Una ficción, un invento partidista, frente al símbolo glorioso que durante más de ochocientos años han tenido como propio los hombres y mujeres de Navarra.
¡Lástima de tiempos de tanta ignorancia y sectarismo!


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