• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Es periodista, uno de los fundadores de Telemadrid y su primer director de informativos.

Hacer el ridículo

Por Fermín Bocos

La ofuscación nacionalista conduce a extrañas pérdidas de contacto con la realidad. Tenemos a la vista un ejemplo en el caso del ex consejero de Presidencia de la Generalidad y hoy diputado en Cortes, Francesc Homs.

Homs hombre clave junto a Artur Mas en el proceso de desobediencia civil que culminó en la organización de la consulta soberanista del 9N (2015) declarada inconstitucional por sentencia del Tribunal Constitucional, tiene una cita esta semana ante el tribunal que se apresta a juzgar aquél acto de naturaleza a todas luces contrario a la ley que otorga al Gobierno de España la competencia exclusiva en materia de convocatoria de referéndum.

Fue Vladimir I.Lenin quien definió al nacionalismo como un ofuscamiento pequeño burgués y solo desde esa perspectiva puede entenderse que en puertas de su cita ante el tribunal el diputado Homs se haya despachado diciendo que "no acudiré en nombre de mi partido ni de mi filiación política sino en nombre del conjunto de un país", por Cataluña.

Un ejemplo patético de la apropiación del todo por la parte tan típico por otra de los nacionalistas. Ajenos a la evidencia estadística que demuestra que más de la mitad de los ciudadanos residentes en Cataluña no son nacionalistas y entre quienes lo son no todos son partidarios de la separación respecto de España. Sin ir más lejos, los partidarios de Unió Democrática de Catalunya, hasta hace un año socios de toda la vida de Convergencia el partido al que pertenecía Homs cuando era "conseller".

Homs pretende hablar en nombre de todos los catalanes como si les conociera a todos y con todos hubiera hablado. Mucho bien le haría leer la memorias del que fuera presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas, histórico y prestigioso personaje de la política catalana. Rememorando alguno de los episodios de su vida muchos años transcurrida en el exilio, apuntaba una verdad excelsa: en política se puede hacer todo. Todo, concluía, menos el ridículo. Tome nota, señor Homs.


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