• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Es periodista, uno de los fundadores de Telemadrid y su primer director de informativos.

Faltó Pujol

Por Fermín Bocos

El nuevo presidente de la Generalitat no parece que vaya a ser un líder de masas. No se desplaza rodeado de entusiasmo. 

Escaso fue el número de personas congregadas en la Plaza de "Sant Jaume" de Barcelona, para arropar su toma de posesión. Hubo más invitados dentro del Palau de Sant Jordi que paisanos fuera aguantando el frío. Frente a un escenario como aquél es inevitable el recuerdo del apoteósico recibimiento  con el que la ciudad entera de Barcelona --un millón de personas-- recibió en su día al presidente Josep Tarradellas. Se dirá que eran otros tiempos; que lo eran. Que eran otros líderes; que también, pero en otra toma de posesión, la de la alcaldesa Ada Colau celebrada hace unos meses, la plaza estaba llena a rebosar. Lo escaso de la parroquia que arropaba a Carles Puigdemont en su gran día da idea de lo artificial de todo el proceso de "desconexión" que intentan perpetrar  las clases dirigentes de Cataluña. Se diría que es el personal de a pie el que se ha desconectado de los políticos.

Nada de lo visto y oído en la toma de posesión ocupará letras mayúsculas en los libros de Historia. Ni siquiera el pellizco de la jura del cargo cuando Puigdemont, sin mención ni al Rey ni a la Constitución, prometió fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña representada "por el Parlament". Tampoco su recorrido por el memorial de agravios al uso describiendo la postración que padecen algunos colectivos sociales y señalando como culpable al Estado que, --según él-- "ahoga y desatiende a Cataluña y la humilla financieramente". En el grandioso marco ceremonial que es el Salón Sant Jordi, con el resplandor del gótico tan apropiado para dar esplendor a las representaciones político-teatrales, faltó el padre fundador de la causa: Jordi Pujol. Nadie se atrevió a mencionar su nombre, sabido que el "honorable" se ha convertido en el  leproso político del país por obra de la famosa mordida del 3%.

En sus buenos tiempos él sí que sabía cómo abarrotar la plaza para poder salir al balcón a predicar a los catalanes instándoles a ser honrados y a pagar impuestos. Gran legado, el suyo.


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