• jueves, 18 de abril de 2024
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Opinión / Es periodista, uno de los fundadores de Telemadrid y su primer director de informativos.

La crisis de Ciudadanos

Por Fermín Bocos

La opinión pública es tornadiza. Y contradictoria. Los mismos estudios demoscópicos que sitúan a Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, como el político español mejor valorado, reflejan el estancamiento de su partido en expectativa de voto.

La opinión pública es tornadiza. Y contradictoria. Los mismos estudios demoscópicos que sitúan a Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, como el político español mejor valorado, reflejan el estancamiento de su partido en expectativa de voto.

El fenómeno es conocido. Lo sufrió Adolfo Suárez. "No me quieran tanto y vótenme más"- sentenció con amargura el ex presidente al constatar el naufragio del CDS, el partido que fundó tras la desaparición de la UCD.

Seguramente, la imagen de nave varada y en crisis que transmite Ciudadanos tiene que ver con la reacción y decepción de una parte de sus votantes ante la estrategia de Rivera frente al Gobierno del Partido Popular.

Tras apostar fuerte por la investidura de Mariano Rajoy, ahora que el inquilino de La Moncloa parece estar más a gusto con el PSOE como pareja circunstancial de baile, el Grupo Parlamentario de Ciudadanos comparece aherrojado, cautivo de sus contradicciones. Por una parte apoyan el techo de gasto, por otra dicen que también lo harán con los Presupuestos pero que no están por la subida de impuestos.

Rajoy que nunca acertó a disimular la irritación que le provoca la soltura de Rivera se diría que disfruta ninguneando al joven tribuno del partido naranja. Y en Ciudadanos se escuchan voces que se preguntan sí mereció la pena quemarse tanto apoyando al PP pese a tantas filípicas contra la corrupción de los populares.

Como impronta de su paso por la política Rivera destaca por su tendencia al pacto, a defender una visión conciliadora de la política frente a la generalizada práctica de los partidos atenta en primer lugar a sus propios intereses. Eso les llevó primero a asumir con entusiasmo el papel de celestina en la fallida operación para lograr la investidura de Pedro Sánchez y después, a repetir, esta vez con éxito, el apoyo a la elección de Mariano Rajoy.

Y fue entonces cuando afloró la paradoja. Para sorpresa de sus neófitos dirigentes al conseguir el objetivo que pretendía evitar la repetición de los comicios, Ciudadanos se quedó sin fuerza, perdió relevancia en el Congreso. Sobre todo desde que el PP consiguió el apoyo del PSOE para alguno de sus proyectos en estos primero compases de la legislatura.

De ahí, el desconcierto en el que anda instalada la jerarquía de Ciudadanos. Con dirigentes que se contradicen en sus declaraciones y manifiestos que piden más participación de los militantes. Las acusaciones de presidencialismo y la denuncia de los supuestos "tics" autoritarios de Rivera tampoco ayudan. Es difícil saber si estamos ante una crisis de fondo o ante una tormenta pasajera. El tiempo nos lo dirá.


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