• jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 13:32

Opinión / Es periodista, uno de los fundadores de Telemadrid y su primer director de informativos.

El avispero

Por Fermín Bocos

La política se complace en las paradojas. Ahora resulta que va a ser Wladimir Putin, el socio fiable y decidido que reclama el François Hollande para acabar con los yihadistas del ISIS.

Puede que el atentado sufrido en el Sinaí por un avión ruso de pasajeros haya sido determinante, pero lo cierto es que de momento solo han sido  cazabombarderos rusos los que han acompañado a los aviones franceses en el ataque a Raqqa, capital de los terroristas en Siria. En términos logísticos, hasta que el portaaviones nuclear Charles De Gaulle no alcance las aguas del Mediterráneo oriental, la capacidad  ofensiva francesa contra objetivos situados en el territorio controlado por los yihadistas en Siria o en Iraq es limitada. Sus cazas (Rafale) operan desde bases provisionales situadas en Jordania y Qatar, mientras que Rusia mantiene desde hace muchos años una base permanente en la ciudad siria de Latakia.

París fue muy allá en contra de Moscú en ocasión de los acontecimientos de Ucrania y la crisis de Crimea. Abanderó junto a Alemania y los EE.UU. las sanciones económicas contra Rusia y en el caso de Siria también estuvo a la cabeza de la corriente partidaria de desalojar a Bachar el Asad, el dictador al que sostiene Moscú. Todo eso es ya pasado. Ahora las cosas han cambiado. Haciendo bueno un dicho árabe muy antiguo -los enemigos de mis enemigos, son mis amigos- París y Moscú van juntos en este episodio de guerra que ha inaugurado una nueva etapa en la situación política y geoestratégica en la región más caliente del planeta. Hay consenso entre los expertos en que para acabar con el ISIS, a medio plazo, será necesario poner "botas sobre el terreno". Los bombardeos pueden debilitar sus posiciones y acabar con los convoyes en los que exportan el petróleo que es su principal fuente de financiación, pero al final quien expugna y ocupa es la infantería. Visto que Europa   es renuente a enviar tropas y los EE UU están escaldados tras lo de Iraq y Afganistán, se perfila como salida apoyar y armar de verdad a las milicias kurdas. Pero Turquía no quiere ni oír hablar de eso. El futuro es incierto. Así pues, el avispero continuará durante mucho tiempo.


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