• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión /

¿Una transición con los de ahora?

Por Fermín Alonso

La historia de nuestro país en el último siglo no anda precisamente sobrada de momentos y personajes de los que sentirnos orgullosos.

Pleno del Ayuntamiento de Pamplona (29). IÑIGO ALZUGARAY
Joxe Abaurrea (Bildu), Joseba Asirón (Bildu) e Iñaki Cabasés (Geroa Bai) durante un pleno del Ayuntamiento de Pamplona. IÑIGO ALZUGARAY

Por eso se entiende todavía menos el empeño de los nacionalistas y de las marcas de Podemos de cargar contra la Transición, un episodio casi milagroso en un país de perenne tradición cainita y acostumbrado a desangrarse entre el odio y la envidia.

A veces me gusta torturarme e imaginar qué hubiera pasado si en lugar de los políticos que lideraron España tras la muerte de Franco hubieran sido los Iglesias, Sánchez y compañía quienes guiaran aquel barco. Escalofrío.

No me imagino a ninguno de los actuales líderes con el valor y la personalidad suficientes como para ser capaces de negociar y ceder tanto como entregaron unos y otros entonces, sabiendo que se jugaban caminar hacia el futuro o volver a repetir las desgracias del pasado.

Y sin embargo, en 2018, desde sus tranquilos y mediáticos púlpitos se atreven a cuestionar las decisiones y el compromiso que guiaron a los padres de la democracia. Todo vale a los nacionalistas (que tanto ganaron entonces) para atacar a España. Todo sirve al populismo para desmontar piedra a piedra nuestro sistema democrático y social para instalar la ley de la masa manipulada.

Volvió a ocurrir en el último Pleno del Ayuntamiento de Pamplona cuando Bildu, Geroa Bai, IE y Aranzadi volvieron a unir sus fuerzas para exigir la derogación de la Ley de Amnistía de 1977, uno de los pilares de aquella modélica transición que sirvió para desterrar aquello de las dos Españas. Tema, por otra parte, de evidente interés municipal, como todos los que proponen.

“Yo creo que este acto, esta intervención, esta propuesta nuestra será sin duda para mí el mejor recuerdo que guardaré toda mi vida de este Parlamento”, dijo en 1977 Marcelino Camacho.

“Y se quedaron tan panchos”, dijo el viernes el portavoz de Aranzadi, dando lecciones a todos los partidos de la época, a 40 años vista y desde el tranquilo mirador de una democracia consolidada.

Tratan ahora de confundir amnistía con amnesia, haciendo ver que fue una ley de las élites franquistas para librarse de los crímenes que podían haber cometido. Nada más lejos de la realidad. La ley se aprobó con un inmenso consenso, sin votos en contra y con las únicas abstenciones de Alianza Popular, un diputado de Euskadiko Ezkerra y otro de un partido aragonesista. Es decir, una ley promovida precisamente desde la oposición al franquismo.

Olvidan, además, que de ella también se beneficiaron terroristas de ETA, del FRAP o el Grapo, porque piden derogarla para poder juzgar los crímenes franquistas. ¿Y los de estos? ¿Proponen una justicia selectiva?

La respuesta etarra a la ley de Aministía fue, por cierto, asesinar al día siguiente al presidente de la Diputación de Vizcaya y a sus escoltas y, apenas diez más tarde, matar por primera vez en Navarra, acabando con la vida de Joaquín Imaz junto a la Plaza de Toros.

Además, tanto esta iniciativa como las cacareadas querellas contra los crímenes de la dictadura  promovidas por estos grupos políticos no tienen efecto legal alguno, puesto que la propia Constitución impide aplicar retroactivamente las modificaciones no favorables. Y por mucho que en 2003 se decidiera que los crímenes de lesa humanidad no prescriben, el Tribunal Supremo ya dejó claro que ello sólo se aplicaría para los cometidos a partir de esa fecha.

Por tanto, todo es postureo y política de salón que sólo busca propaganda y tuits baratillos, y que nada tiene que ver con el legítimo derecho de los familiares de fusilados de saber dónde están enterrados sus padres, sus abuelos o sus hermanos para poder honrarlos y darles sepultura digna.

Hoy, 40 años después del nacimiento de la Constitución, nuestro sistema necesita de cambios profundos y nuestra Carta Magna de una actualización a la realidad política y social actual.

Sin embargo miro alrededor y en vez de Suárez, Camachos y Peces Barbas, sólo veo políticos sin proyecto de país, empeñados en incidir en lo que nos separa y en aprovecharse a golpe de tuit del odio y el cinismo, que obviamente dan votos rápida y muy fácilmente, pero dividen y generan tensiones que nunca sabes cómo pueden acabar.

Y, escalofrío.


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¿Una transición con los de ahora?