• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Desde la década de 1990 realiza entrevistas para el periódico El Mundo.

A Sánchez le quieren hacer un Gómez

Por Esther Esteban

No le quieren pero no tienen plan B. Los "antaño" poderosos barones socialistas, ya no se cortan cuando dicen, abiertamente, que es necesario o elegir una gestora o celebrar un congreso extraordinario para poner de "patitas en la calle" a su Secretario General.

Los barones acusan a Pedro Sánchez de todo, pero lo más grave es que se atreven a quitarle su condición ideológica de socialista. "Es un niño pijo de mentalidad tan estrecha como su pantalón, que no se comporta como un socialista, ni tiene el mínimo sentido de estado. Busca mantenerse como sea y se va a llevar por delante lo poco que le queda al partido", me comentaba uno de ellos.

La convocatoria del Comité Federal, para el próximo 1 de octubre, se ha entendido como un puro ejercicio táctico, un pulso para forzar a los lideres regionales a posicionarse entre apoyarle en el intento de formar Gobierno -aunque sea un gobierno Frankenstein que diría Rubalcaba- o pedir abiertamente la abstención para permitir gobernar a Mariano Rajoy.

Su gran poder, su arma letal para desarmar a los críticos es acudir a las bases y si lo hace gana de calle y los críticos lo saben. Los barones hablan de chantaje, de asalto a las normas del partido, incluso califican de "ilegalidad estatutaria y recurrible" convocar a la comisión permanente y no a la ejecutiva el próximo lunes tras las vascas y gallegas. Sin embargo, ninguno de los que tienen poder real, es decir, mando en plaza como presidentes de sus comunidades autónomas, está dispuesto a dar el paso y, llegado el caso, intentar arrebatarle la Secretaría General de forma inminente.

El cónclave socialista de octubre deberá aprobar la hoja de ruta para evitar las terceras elecciones, pero Sánchez quiere ganar tiempo y no lo tiene. Desde Sevilla ha habido un movimiento estos días para intentar que le dimita, por carta, la mitad más uno de los miembros de la Ejecutiva lo que provocaría también la dimisión del secretario general pero una medida tan drástica rompería el partido en mil pedazos y tendría consecuencias imprevisibles a medio plazo por lo que al final no ha cuajado.

Pedro Sánchez desconfía de todos, es ambiguo, no aclara su estrategia y eso se ha entendido como una forma de ganar tiempo para desactivar a los disidentes y consolidarse de facto como único candidato posible en una tercera cita electoral. "Él sabe que ahora no puede ser presidente del gobierno. La vía del acuerdo con Podemos y Ciudadanos, que sumaría 188 escaños, ya la ha cerrado Albert Rivera y unir su suerte a Podemos y los independentistas no se lo vamos a consentir. Antes le hacemos un Tomas Gómez", me comentaba uno de los barones en alusión a hacer con él una jugada similar a la que se hizo desde Ferraz con Tomas Gómez en Madrid para arrinconarle y terminar por desactivarle definitivamente.

Los críticos con Pedro Sánchez, que son prácticamente todos menos un puñado de leales que se agazapan en el fortín de Ferraz saben que es muy difícil salir del callejón en el que les ha metido el "Rajoy o yo". ¿Cómo explicar a las bases que no quieren que el PSOE llegue al poder y regalarle la Moncloa al PP?.

De hecho esa dicotomía simple, pero efectiva, ya está produciendo desgarros entre ellos. Califican al secretario general de populista y simplista, dicen que manipula a las bases con argumentos de pan y circo, pero ellos mismos no salen de su círculo vicioso y se encuentran atrapados entre una poderosa Susana Díaz que amaga pero no da o la nada y la nada. Es cierto que alguno de los barones, como Emiliano García Page -uno de los más cualificados por su experiencia tanto de partido como de gestión de gobierno- está siendo presionado para que de el paso si, finalmente, Susana no lo da, pero los riesgos para el castellano-manchego son más que evidentes, cuando él necesita asentar electoralmente su territorio donde gobierna gracias a Podemos.

En resumen que unos por otros la casa sin barrer, y el PSOE es una auténtica jaula de grillos donde nadie se fía de nadie. En el pecado de haber intentado tratar al secretario general como un pelele y mantenerle en libertad vigilada desde el mismo momento en el que le eligieron, los socialistas tienen la penitencia. De hecho, si las elecciones vascas y gallegas como es previsible supongan un nuevo batacazo, lo de menos es quien va a liderar el Partido Socialista, porque sin gobierno, ni alternativa España va al precipicio y todo porque algunos solo miran el universo a través de su pequeñísimo ombligo partidista. ¡Qué país!


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A Sánchez le quieren hacer un Gómez