• martes, 16 de abril de 2024
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Opinión / Desde la década de 1990 realiza entrevistas para el periódico El Mundo.

Postureo y algo más

Por Esther Esteban

Por curiosidad he mirado en internet el significado de la palabra postureo, tan utilizada en los tiempos que corren.

Según se recoge en varias publicaciones la expresión, surge en el ámbito de la redes sociales para calificar actitudes impostadas. Está emparentada con "postura" y sobre todo con pose (postura poco natural y por extensión una afectación en la manera de hablar y comportarse)'. El sustantivo postureo y el verbo posturear aluden a la adopción de ciertos hábitos, poses y actitudes más por apariencia que por convicción, son silogismos bien formados que siguen el paradigma de ningunear/ninguneo, filtrear/filtreo, menear/meneo y muchos otros.

Así pues el postureo político al que asistimos es exactamente eso: una pose, una apariencia, una ficción, un intento de engaño y, por eso mayoritariamente los ciudadanos estamos hartos de tanta pantomima, de tanta reunión impostadas y tanto mamoneo de una clase política instalada en el peor de los neologismos: el de la incapacidad para interpretar el mandato de las urnas.

Escribía ayer mismo mi colega Jorge Bustos, cargado de sabiduría y razón, que tal vez la palabra postureo es novedosa pero no el concepto "que viene quizás de las tablas del barroco, del rey que sueña que es rey y de ese aplauso prestado que recibe y que en el viento escribe. Sin embargo aquel siglo de postureo fue de oro, produjo las Meninas, mientras que el nuestro es de plasma y produce ruedas de prensa".

En este momento quienes deberían ser y ejercer de "padres de la patria" están entretenidos convirtiendo el Parlamento en una suerte de Patio de Monipodio donde nada es lo que parece. La última escena del arte de birlibirloque la hemos tenido en ese acuerdo a tres, virtual que Pablo Iglesias reventó en un plis plas, dejando fuera de cualquier tipo de negociación a ciudadanos, por mucho que lo consulte a sus bases en una maniobra de mediático disimulo.

Si el 20 de diciembre muchos quisieron expresar en las urnas su enfado monumental por la complicada situación económica y ahora, en caso de repetición de elecciones, la ración de cabreo será doble o triple.

Cada día te encuentras a más gente que se sitúa de espaldas a la clase política y no entiende cómo es posible el nivel de mediocridad, enfrentamiento y crispación que están trasladando, entre todos, a la ciudadanía. Algunos creen que, a excepción de Sánchez que según afirman sin cortarse un pelo sus propios compañeros de filas "sigue pensando en un mundo de yupi, donde se pueda llegar a un acuerdo imposible", las elecciones son inevitables y es muy de agradecer que en el mismo momento que sean convocadas, se de por muerto y enterrado tanto postureo, tanta frase hueca, tanta actitud impostada, tanta ideología de pacotilla, tanto funambulismo aritmético y en definitiva, tanta mentira.

La realidad es tozuda y lo cierto es que el déficit se dispara, el paro no baja, los niveles de pobreza siguen siendo vergonzosos y escandalosos en nuestro país y aunque los políticos pretendan que nos situemos permanentemente en el día de la marmota, nuestro día a día es mucho más complicado y nosotros a diferencia de ellos no podemos permitirnos marear la perdiz. Si como auguran las encuestas en unas nuevas elecciones los resultados son similares yo aún espero que estos meses de postureo a gogó estén sirviendo de algo y si no... no tenemos arreglo y nuestra clase política definitivamente, ni está a la altura ni nos merece.


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