• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Desde la década de 1990 realiza entrevistas para el periódico El Mundo.

El hemisferio izquierdo del PSOE

Por Esther Esteban

En la calle, algunos que pasaban por allí preguntaban qué obra de teatro se representaba, o si había alguna película de estreno.

La cola primero llegaba desde el Círculo de Bellas Artes en Madrid hasta la boca del metro de Sevilla, e incluso a mitad del acto algún espontáneo gritó que los militantes de base llegaban hasta la puerta del Sol.

"Aquí está la fuerza de la militancia", añadió. En el teatro Fernando de Rojas, en pleno centro de la ciudad Pedro Sánchez fue recibido con su "No es No" por una militancia entusiasta que abarrotaba el lugar y sus aledaños arropado por una pequeño grupo de dirigentes felipistas y guerristas que conservan como en formol su inconformismo nostálgico de antaño.

El PSOE debe desarrollar "la unidad de acción" con los sindicatos y con las fuerzas políticas de izquierda, para recuperar en España derechos perdidos y "progresar en justicia social" dijo el ex secretario general del PSOE -hoy renacido como Pedro, sin aditivos- en la presentación de su proyecto donde, sin citarlo en ningún momento, tendió la mano a Podemos para reconquistar el poder perdido de la izquierda.

Todos los periodistas que estábamos en el acto nos lanzábamos miradas cómplices cuando dijo que ya no era el mismo porque, evidentemente, no lo es.

Ni es el joven mediático y entusiasta que llegó a liderar el PSOE con la esperanza de que la socilademocracia española levantara la cabeza ni tampoco el que fue obligado a dimitir y salir por la puerta de atrás a trompicones tras negarse en rotundo a aupar a Rajoy a la Moncloa y a decir de algunos barones traicionar a los mandamases de Ferraz, pactando a la callandina con Pablo Iglesias. "Creo saber humildemente saber lo que necesita el PSOE y la izquierda para renacer y ser alternativa al Gobierno al PP, a la gran coalición y su fracaso en la UE", dijo.

Ante la atenta mirada de José Félix Tezanos, Manuel Escudero, Cristina Narbona y Margarita Robles, que le acompañaban en la mesa, Sánchez quiso poner el dedo en la llaga de los males que afectan a la socialdemocracia que viene cometiendo un error las ultimas décadas: no presentar una enmienda a la totalidad al sistema imperante, que es el neoliberal. "Nuestro adversario político es el neoliberalismo y conservadurismo que encarna el PP", insistió varias veces seguido con mayor o menor entusiasmo en el aplausómetro.

No fue un acto emotivo ni visceral ni tuvo un especial tono mitinero, más bien fue de tanteo y con un manual de estilo diferente y contraponiéndolo a la gestora la actual y las futuras cuyo poder él quiere limitar a 90 días. Se presentaba, según sus propias palabras, un proyecto abierto, un debate entre los militantes para elaborar como documento de cara a la ponencia política del 39 congreso federal del PSOE.

Lo más mediático, y controvertido de todo lo que se dijo allí fue la defensa de la plurinacionalidad del Estado estando a la vez en contra del derecho a decidir, lo cual hubiera requerido de una explicación más amplia, porque en los matices no se entró en absoluto y la hipérbole es sumantente complicada.

Pedro Sánchez se presentó sin duda como el hemisferio, el lóbulo izquierdo del cerebro del PSOE, en su apuesta por crear una banca pública, una renta básica universal al igual que Podemos, un nuevo impuesto negativo de la renta para sufragarla y poner coto según dijo al poder abusivo de los oligopolios.

Fue un discurso izquierdas, dirigido sin duda a crear una gran alianza de fuerzas progresistas que ponga fin al austericidio del PP, sin nostalgia alguna del bipartidismo porque "necesitamos el concurso de otras fuerzas y de otros colectivos".

En teoría lo que se vivió en el Círculo de Bellas Artes no era un acto a la militancia, que será más adelante, pero allí sí se pudo
ver que Pedro, simplemente Pedro es una persona querida por las bases y odiada y rechazada de pleno por el aparato del partido.

Ninguno de sus antiguos colaboradores hizo acto de presencia y tal vez por eso se palpaba con mayor intensidad la traición de ese puñado de leales que saltaron del barco cuando se hundía. Sánchez no tiene el poder pero se equivocan quienes minimicen el poder de las bases y su fuerza...


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El hemisferio izquierdo del PSOE