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Opinión / Desde la década de 1990 realiza entrevistas para el periódico El Mundo.

El general tiene quien le escriba

Por Esther Esteban

 Ha sido sin duda el fichaje estrella, un golpe de efecto mediático con el que Podemos se ha apuntado todo un tanto.

Que el teniente general y exjefe del Estado Mayor de la Defensa José Julio Rodríguez, es decir, el que fuera el hombre más poderoso de las Fuerzas Armadas, después del Rey vaya, como número dos por Zaragoza en las listas del partido de Pablo Iglesias es un notición.

Por supuesto que está en su derecho de dedicarse a la política y por supuesto que el Gobierno está en su derecho de cesarle por "pérdida de confianza "y" falta de idoneidad" al incumplir el deber de neutralidad política.

Al qué fuera JEMAD durante la segunda legislatura de Zapatero, me lo presentó en su día Carmen Chacón, entonces Ministra de Defensa y aunque era un hombre de pocas palabras y tímido a quien le costaba la comunicación verbal, me pareció un hombre preparado y, por supuesto, convencido del papel que las fuerzas armadas deben representar en una democracia plena como la nuestra. Vi que tenía una gran sintonía con su jefa y por lo tanto intuí que era de izquierdas, aunque nada en aquella conversación le situó ideológicamente. Eran los momentos complicados del secuestro del buque Alakrana por piratas somalíes y la conversación se centró en eso y en la conveniencia o no que viajarán infantes de marina a bordo de los atuneros. Volví a verle en dos ocasiones más, siempre junto a la ministra, y dando opiniones técnicas, nunca políticas, con una asepsia propia del militar de carrera que sabe la importancia de la neutralidad política en un cargo de tal importancia.

No me extraña que Carme Chacón haya reconocido su sorpresa por el fichaje y diga que le "casa muy poco" que el JEMAD defienda el derecho a decidir, como propugna el partido de Pablo Iglesias. "Me extraña mucho que respalde el "auxilio" que Podemos está dando a Junts pel Sí y la CUP para romper con la legalidad vigente", ha dicho, subrayando que en el tiempo que ambos compartieron en el Ministerio de Defensa siempre coincidieron en que "la democracia es ley y también diálogo".

La exministra le ha descrito como un colaborador "muy leal", un "profundo demócrata", un "profesional de primera" y eso no está en cuestión. De lo que se trata ahora es de si, como dice el ministro Morenés, debería haber esperado, a ser cesado como militar y pasar a una situación de retiro antes de expresar sus opiniones políticas.

Dicen que Julio Rodríguez se había sentido abandonado a su suerte desde que dejó su cargo y muchos sitúan en ese punto su decisión. Sea como fuere, el general ahora ya tiene quien le escriba, y también, como cualquier político, a partir de ahora será observado con lupa y no se librará de la hemeroteca. Por eso resultan curiosas algunas de sus declaraciones de entonces cuando, preguntado por la posibilidad de que las urnas llegaran a los cuarteles, respondía contundente: "Habrá una adecuada representación de las asociaciones en el consejo de personal, pero no acción sindical". Y remataba: "El consejo no llevará a cabo procesos de negociación". Eso se contradice con la idea del líder de su partido cuando habla de la precariedad laboral de la tropa y defiende los derechos sindicales. Es cierto, que desde la etapa del teniente General Gutiérrez Mellado- en el gobierno de Adolfo Suárez, en nuestro país no ha habido militares desembarcando en la política, y tal vez por eso, esto de las "estrellas" se entiende regular porque debe resultar muy complicado cuando uno está imbuido del espíritu castrense, del ordeno y mando, tener cintura política y tragaderas para donde dije digo digo Diego. Ya veremos cómo administra eso el súpergeneral.


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El general tiene quien le escriba