• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Desde la década de 1990 realiza entrevistas para el periódico El Mundo.

Delincuentes de cuello blanco

Por Esther Esteban

Cuando Bernald L.Madoff fue juzgado por la mayor estafa financiera de la historia dijo ante el juez que era "cruelmente

consciente del daño considerable que he causado a numerosas personas a miembros de mi propia familia, mis amigos más cercanos, mis socios y a miles de clientes que me confiaron su dinero. No tengo palabras que expresen lo suficiente cuánto lamento haber actuado así . Si estoy aquí es para aceptar la total responsabilidad por mis delitos confesándome culpable". El banquero, que estafó más de 65.000 millones de dólares, durante 20 años fue condenado inmediatamente y se convirtió en el emblema criminal de la globalización, en su cara más oscura. En ese momento  muchos se preguntaron cómo pudo Madoff estafar durante tanto tiempo, en todo el mundo, incluso a algunos inversores de los más competentes inteligentes de planeta y evitar los controles.

El relato viene al pelo estos días en que hemos visto de nuevo a Mario Conde entrar en prisión por un presunto delito de blanqueo de capitales, los mismos que sacó de España durante su presidencia de Banesto. Por aquella estafa el que fuera considerado como el mayor delincuente de guante blanco de nuestro país, fue condenado a 20 años en el año 2002 por el Tribunal Supremo, pena que no cumplió. En el 2005 el financiero obtuvo el tercer grado penitenciario y en el 2008, la libertad condicional. A partir de ahí le hemos visto y oído en muchísimos medios de comunicación dando lecciones de ética, pero sobre todo insistiendo en que lo suyo fue una suerte de persecución política para quitarle de en medio porque era molesto para el sistema.

Sin embargo la verdad es la verdad por mucho que algunos intenten maquillarla y lo venda como lo venda lo cierto es que su gestión puso en riesgo el futuro de Banesto porque él se dedicó a vaciarlo con operaciones fraudulentas. El Banco de España calculó que el agujero causado por Conde y su equipo en el banco fue de 3.200 millones de euros, a lo que hay que sumar las pérdidas generadas a los accionistas por el desplome de las acciones de la entidad. Al contrario que Madoff, Mario Conde no sólo no pidió perdón ni se arrepintió sino que ha seguido utilizando el dinero robado y lo peor es que ha arrastrado con él a toda su familia .

"No quiero los votos que vengan de la corrupción porque eso es una vergüenza". Decía el banquero hace unos años cuando se presentó como candidato a la presidencia de la Xunta de Galicia bajo las siglas de un partido que él mismo había inventado. "El vicio está en el sistema" insistía para presentarse como el salvapatrias que venía con sus medidas de regeneración democrática bajo el brazo para evitar que los chorizos camparan a sus anchas .¡Qué cinismo¡ !que desfachatez! y ¡qué poca vergüenza!.

La pregunta que ahora se hacen todos es como es posible que el Ministerio de Hacienda de ningún gobierno de los que ha habido desde entonces, se haya dado cuenta, hasta ahora, de lo que parecía un secreto a voces: que su dinero había salido de España y le siguiera el rastro. Además el hecho de que durante todos estos años Conde haya podido estar repatriando fraudulentamente y usando con impunidad el dinero robado, es una nueva llamada de atención para cambiar nuestro sistema penal de tal modo que quien roba devuelva lo robado y si no lo hace que tenga un incremento en su condena y no pueda obtener beneficios penitenciarios. Está claro que algunos prefieren estar unos años privados de libertad y luego poder llevar vida padre, lo cual es la prueba del algodón de algo falla. El banquero no es el primero que lo hace ni desgraciadamente será el último.

¡Qué vergüenza!


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