• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión /

En contra del artículo 155

Por Eradio Ezpeleta

Durante estas semanas no hay tertulia en la calle que no introduzca en su debate el artículo 155 de la Constitución Española (CE), como si solo éste fuera el problema de nuestro querido país, España, con una de sus Comunidades Autónomas, Cataluña.

La diputada de la CUP Anna Gabriel y el presidente de Cataluña Carles Puigdemont.  EFE
La diputada de la CUP Anna Gabriel y el presidente de Cataluña Carles Puigdemont. EFE

Parece que todo el asunto está en la aceptación, o no, por parte de la Generalidad catalana de la vigencia de este artículo, de su ámbito de aplicación, su contenido y, por supuesto, sus consecuencias. Da la sensación que lo único que nos preocupa es si los actuales gobernantes catalanes acatarán la aplicación del mismo y cuál va a ser su reacción. Bueno, y también, si el peso de la Ley, esa que nos rige a todos por igual, se aplicará sobre ellos de la misma manera que se nos aplicaría a cualquiera de nosotros ante tal insumisión a la ley.

El artículo 155 es su excusa, en tanto que es una consecuencia de otras muchas cosas. Para mí lo que está en juego no es un artículo cualquiera. Lo que nos estamos jugando es la aceptación de nuestra Carta Magna, de la Constitución que el pueblo español aprobó como norma suprema de nuestro ordenamiento jurídico y a la que se deben los poderes públicos y todos los ciudadanos españoles.

Sin que sirva de precedente, me voy a posicionar a favor de los Sres. Puigdemont, Junqueras y demás mandatarios catalanes y les voy a apoyar en su desacato al artículo 155, siempre y cuando acepten los demás artículos y apartados de nuestra Constitución, que en estos momentos deberíamos recordar. No quiero juzgarles solo por un artículo. Sería injusto.

Me pondré junto a ellos en el no al 155 si acatan lo que dice el preámbulo de la CE que afirma con contundencia que “la Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de: Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo”, así como, “Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular”. También “proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones”.

Sumaré mi no al 155 si defienden el artículo 1 CE que define a España como “un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”. Que afirma que “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado” y que define que “la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”.

Les apoyaré contra la aplicación del 155 si proclaman solemnemente el artículo 2 CE: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.

Creeré que no se les debe aplicar el 155 si respetan el artículo 4 CE en su apartado 2: “Los Estatutos podrán reconocer banderas y enseñas propias de las Comunidades Autónomas. Estas se utilizarán junto a la bandera de España en sus edificios públicos y en sus actos oficiales”, el artículo 8 CE: “Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”, y también el 9 CE en su integridad, que no deja lugar a la duda: “Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico”.

Me posicionaré contra el 155 si todos ellos asumen sin ambigüedad el artículo 10 CE: “La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social” y pregona a pleno pulmón el contenido del artículo 14 CE: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.

Lucharé con ellos, contra el 155, si defienden los artículos 16 CE “garantizar la libertad ideológica de los individuos”, 18 CE “garantizar el derecho al honor, la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”, 20 CE “se reconoce y protege el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”, o 27 CE “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”.

Sólo una cita más. Trabajaré por la no aplicación del 155 en Cataluña si, como españoles que son, proclaman al unísono el artículo 30 CE “Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España”.

Puedo continuar hasta el final y citar artículos referentes a las garantías de las libertades y derechos fundamentales, la Corona, las Cámaras, la elaboración de las leyes, el Poder Judicial, la Organización Territorial del Estado, las Comunidades Autónomas (donde figura el artículo 155) o el Tribunal Constitucional, entre otros, pero creo que ya es suficiente.

Todo el mundo habla del 155 pero éste no es el problema. El problema es la propia Constitución Española que a algunos les chirría desde el Preámbulo hasta la Disposición final.


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