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Opinión /

Chivite es la confirmación de que matar mereció la pena

Por Editorial

La presidenta del Gobierno ostenta un puesto político al que nunca habría llegado de no existir ETA. 

La presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, en el Parlamento de Navarra este jueves, 22 de octubre de 2020.
EDUARDO SANZ-EUROPA PRESS
22/10/2020
La presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, en el Parlamento de Navarra este jueves, 22 de octubre de 2020. EDUARDO SANZ-EUROPA PRESS

Chivite es la clara constatación de que matar mereció la pena y de que los asesinatos terroristas de ETA han servido para que ella sea presidenta. 

En 1997, los socios de María Chivite secuestraron a Miguel Ángel Blanco bajo la amenaza de asesinarle si no se acercaba a los presos de ETA al País Vasco.

Decimos los socios de Chivite porque numerosas personas que forman ahora parte de Sortu y Bildu dirigían entonces Herri Batasuna, organización sometida y entroncada en la misma banda terrorista, donde se decidía quién sería el siguiente en llevarse un tiro en la nuca. 

No hay duda que todos preferimos a Adolfo Araiz sentado tranquilo en el Parlamento que decidiendo más asesinatos desde la organización armada, algo que hizo. Pero no es menos cierto que no podemos tampoco aceptar a Araiz y a sus compinches como interlocutores válidos o socios de un gobierno si mantienen, como lo hacen todavía, que matar y extorsionar mereció la pena, sin ningún arrepentimiento. 

Decíamos que en 1997 el Gobierno de España no cedió al chantaje terrorista y el pobre Miguel Ángel acabó agonizando tras los tiros de Txapote, al que ahora Markaska, Sánchez y Chivite premian para recibir el voto de Bildu.

Ceder era lo más fácil entonces, lo más sencillo, pero no cedimos. Y muchos pagaron con su vida con la esperanza de que nadie en el futuro cediera ante los asesinos, algo que sí ha hecho ahora Chivite. 

Matar mereció la pena, porque ni Miguel Ángel, ni Tomás, ni José Javier, ni Gregorio, ni Fernando ni muchos otros políticos que ETA quitó de en medio están ahora para plantarles cara.  

Chivite nunca hubiera llegado al poder si ETA no hubiera existido, porque nunca personas con tanta bajeza moral e indignidad humana dispuestas a ceder ante el terror hubieran tenido hueco en la primera línea de la sociedad de no haber sido porque los asesinos, los socios de Chivite, quitaron de en medio a los mejores, a los que no cedieron. 

Chivite agradece así a ETA haber llegado al poder, porque sólo con el asesinato de los que ahora deberían estar gobernando, Fernando, Gregorio, Tomás, Miguel Ángel o José Javier, ella ha encontrado su lugar de mano de los cómplices de ETA. 

Aunque sólo fuera por su memoria, por todo lo que ellos lucharon para que incluso personas como ella pudieran llegar al poder, Chivite debería pensar mejor con quién pacta cada día en lugar de hacerlo con los asesinos de Miguel Ángel, Fernando, Gregorio, Tomás o José Javier. 


Chivite es la confirmación de que matar mereció la pena