• martes, 16 de abril de 2024
  • Actualizado 09:18

Opinión /

La libertad llega a Pamplona el 2-J

Por Editorial

Ante los insultos y el odio del nacionalismo vasco, miles de personas están llamadas el sábado 2 de junio en la capital navarra para defender sus derechos.

Manifestación en Pamplona en defensa de la bandera de Navarra. MIGUEL OSÉS_10 (1)
Manifestación en Pamplona en defensa de la bandera de Navarra celebrada en 2017. MIGUEL OSÉS

El nacionalismo vasco ha comenzado su nueva campaña contra la libertad de expresión, en realidad lo que le molesta es cualquier tipo de libertad, y la ha tomado contra toda persona, grupo o colectivo que pueda sentir o mostrar cierto malestar con el Gobierno de Uxue Barkos, formado por el PNV, Batasuna y grupos antisistema. 

Esta aclaración sobre las siglas no deja de tener su importancia, especialmente en el caso del PNV, que lleva años sin atreverse a concurrir a unas elecciones en Navarra bajo su nombre, no vaya a ser que los votantes engañados puedan echarse para atrás. En 2015 y 2016, cuanto sacó la patita con Innenarity o Martínez, los estragos en las urnas les dejaron sin representación en el Congreso. Era demasiado heavy tratar de engañar con la cara destapada.

La propaganda nacionalista utiliza con frecuencia todos los principios ya famosos que puso en práctica Goebbels. No en vano, el PNV fue en España de los más cercanos al partido nazi y los principios que aún hoy mantienen en 2018 bajo el estigma del xenófobo Arana podrían colar perfectamente en la Alemania de los años 30. El partido de cabecera de Uxue Barkos todavía mantiene como ejemplarizante un argumentario en el que, por ejemplo, las mujeres son inferiores.

Ahora, para tratar de ridiculizar la única movilización en todo un año contra el Gobierno Barkos (el PNV, Kontuz y Batasuna en la oposición montaba un cisco cada semana), buscan y trabajan para simplificar al enemigo: ultras y fascistas

Este es uno de los principios que llevó a Goebbls y a la propaganda nazi al éxito, mezclado todo con un poquito de terror, odio y violencia, más o menos como lo que hemos vivido en Navarra en los últimos años, mientras el PNV de Barkos miraba para otro lado.

Reunir a todos los adversarios en una sola categoría resulta sencillo de plasmar en un papel, aunque debe de resultar doloroso observar como grupos de personas libres de diversas tendencias políticas se agrupan en torno a una única idea común: la libertad. 

En este caso se pide libertad para que un idioma desconocido para la mayoría de los navarros no se convierta en el salvoconducto de unos pocos para trabajar y vivir en la Comunidad foral, como pretende hacer el nacionalismo a base de expulsar a los que no hablen como ellos dicen. Y de importar vecinos vascos para todos esos puestos, como ya vemos a diario en los puestos de la administración. 

Estas diatribas violentas, en las que todo el mundo es ultra, facha, radical etc, se escriben desde las cabeceras que exigen cada día en castellano un euskera obligatorio. El euskera es sólo la forma para trincar las subvenciones (dinero público), pero no el camino para llegar a sus lectores. De hecho, con los números en la mano, se puede afirmar que varios medios de comunicación de Navarra viven y soportan sus sueldos gracias al dinero público.

La exageración, la desfiguración o la vulgarización del enemigo forman parte de los ya mencionados principios de la propaganda nazi, que ahora el nacionalismo vasco se adueña para señalar a cualquier persona que pueda pronunciarse en libertad y con respeto (sin palizas ni pintadas) en contra de las decisiones de un Ejecutivo ya desnortado y en sus últimos coletazos. 

Ahora, alineados con el principio de orquestación y de la mentira repetida mil veces, la han tomado con los autobuses que podrían transportar hasta Pamplona a miles de navarros libres. Tratan así de hacer creer que si la manifestación del 2-J reúne a gente será porque todo ha sido pagado por las arcas públicas. 

Y todo porque se va a solicitar que sean los consistorios que lo aprueben en pleno (ese peligroso artefacto democrático) los que faciliten viajes a Pamplona en autobús para evitar el riesgo de la carretera en vehículos particulares e incluso el atasco en la amabilizada Pamplona de Asirón. Ayuntamientos democráticos ejerciendo la democracia. Todo demasiado complejo de entender. 

Se quejan de esto, y harán bandera de ello ante la falta de argumentos, los mismos que hace unas semanas, con buena parte de dinero público, montaron una manifestación en favor de los agresores de Alsasua (sí, de los agresores), incluido el escenario pagado por todos los vecinos del valle de Egüés. Por la jeta.

Y los mismos que piden y otorgan el mismo dinero público a familiares de las 'manadas' de asesinos etarras para que puedan ir a ver a la cárcel a la escoria de la sociedad. Les falta sólo una moción para pagarle el paseo a la trena de Sevilla a Pamplona a la familia de El Prenda

Por no hablar de los miles de euros, también de las arcas públicas, invertidos en 'kilómetros' de la Korrika y otorgados a dedo nacionalista a la carrera que dice defender el euskera entre carteles de presos de ETA. Por cierto, entre los organizadores de ese plural evento se encuentra uno de los habituales de la democracia vasca en la calle Curia durante la procesión de San Fermín.

La manifestación del próximo 2-J contra la imposición del euskera en Navarra, para los que todavía reconocen que no se enteran, está convocada por asociaciones y personas de la sociedad civil: Doble 12, Vecinos de Paz, etc. 

A la cita se han sumado ya partidos y organizaciones sindicales por un objetivo común: la libertad, que a pesar de los propagandistas llegará a Pamplona caminando, en grupo, de manera solitaria e incluso en autobuses

Desde aquí hacemos un llamamiento de respeto a la libertad personal para acudir a una manifestación democrática y a que cesen las coacciones por parte de los partidos del cuatripartito y de sus medios afines por ejercer un derecho tan simple como es participar en una manifestación. 

Si se puede escuchar a la calle en temas tan interesantes como la sentencia de La Manada o el juicio de Alsasua, escuchemos también a la gente que puede mostrar su hartazgo contra un gobierno que impone a la mayoría de la sociedad sus obsesiones identitarias y lingüísticas.

El miedo y la violencia ya terminaron en Navarra. Dejen paso ahora a la libertad.


La libertad llega a Pamplona el 2-J