• martes, 19 de marzo de 2024
  • Actualizado 07:29

Opinión / Presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (@CovitePV). Abogada.

Hagámoslo juntos

Por Consuelo Ordóñez

No salía de mi asombro. Pensé que lo había visto y oído casi todo, pero aquello me dejó totalmente en fuera de juego

Acababan de detener a la cúpula de ETA integrada por David Pla e Iratxe Sorzabal –Josu Ternera, asesino múltiple, sigue libre– y un pistolero verbal, Pernando Barrena, se sentó frente a los medios de comunicación para valorar el arresto y puesta a disposición judicial de los máximos responsables de una banda terrorista que ha cometido crímenes de lesa humanidad. Allí, con la boca bien grande, lo dijo: “Actuar con violencia contra quien ha repetido hasta la saciedad su apuesta por la paz es propio de desequilibrados y psicópatas”.

En ese preciso instante en mi mente apareció Gregorio, mi hermano. También Joxeba Pagaza, mi fiel amigo, o Poto Múgica. Todo ellos, defensores acérrimos de la paz repitieron hasta la muerte –esto no es retórica– su apuesta por la paz. Y les cerraron los ojos de un tiro.

Que un pistolero verbal como Barrena llame psicópatas a policías y califique de libertadores a asesinos de hombres, mujeres y niños es grave. No obstante, más grave aún es que quienes presuntamente no son del mundo de ETA se apoyen en los justificadores del tiro en la nuca para acceder al Gobierno de una comunidad autónoma. Hablo de Navarra.

Imaginen, por brutal que parezca, que hoy en Cuenca un partido político justificase el asesinato de las niñas Marina y Laura. ¿Se atrevería alguien a aliarse con esa fuerza política para conseguir gobernar la ciudad? La pregunta ofende. La respuesta, mirando a Navarra, duele.

Cierto es que ETA nos mató para imponer un proyecto político totalitario y excluyente. Sin embargo, la motivación política de los asesinatos, amenazas y extorsiones de la banda no reviste de honorabilidad a los execrables actos de ETA, sino todo lo contrario. Que de forma consciente un grupo de desalmados trazara una estrategia medida para eliminar de forma sistemática al diferente, al que no pensaba como ellos, pone de manifiesto la extrema gravedad de las acciones terroristas de la organización criminal.

Esto es lo que, muy a nuestro pesar, la nueva presidenta de Navarra, Uxue Barkos, no acaba de entender. Tender la mano a quienes justifican los tiros en la nuca, las bombas y la dictadura del miedo es incompatible con el desarrollo de un trabajo político honrado.

Pero no está todo perdido. No lo está mientras la gente de bien alce la voz, mientras la ciudadanía valiente diga ‘no’ a la imposición del relato cómplice de quienes, como Geroa Bai, deciden apoyarse en quienes sonríen orgullosos al ver a etarras con el puño en alto. No son necesarios grandes gestos. Para llamar a la acción a cientos de ciudadanos libres solo es necesario que la viuda de un guardia civil asesinado diga alto y claro que basta ya de cinismo. Cuando hace unos días María José Rama habló alto y claro, sin titubeos, desde el lugar en el que le arrebataron a su marido, en Leiza, yo me sentí interpelada. Estoy segura de que muchos navarros también. Toca reclamar la dignidad que como sociedad, como ciudadanos libres, nos pertenece. Hagámoslo juntos.


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