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Opinión / La vida misma

La profesora de Historia

Por César Martinicorena

Así se titula la película. Francesa. Un himno a lo que solemos llamar “cine comprometido”.

Nada que ver con el acomplejado odio que rula por aquí. Cine que coloca al espectador entre la espada y la pared; que le hace pensar antes de juzgar.

Ni es la primera ni será la última cinta francesa o alemana que te coloca delante del monstruo de forma magistral. No intenta manosearte, guiarte ni adoctrinarte. Por medio de unas clases de jovencitos te obliga a ir un paso más allá, de estudiarte y hacer un ejercicio de introspección. Cintas como La Ola, La Clase o esta Profesora de Historia- entre otras- rozan la perfección.

 Perfección en el mensaje, en la credibilidad, espontaneidad y valor. Compararlas con la sed de venganza del cine español, sin más, provoca la nausea. Ni media medida de adoctrinamiento encontrarán. Búsqueda de la parte culpable que todos arrostramos. Protagonismo absoluto de ese espejo en el que te obligan a calibrarte. Guiones comprensibles y trabajados y, oh Dios, ¡actores a los que se les entiende al hablar!- si, éstas las veo en versión original-.

 ¿Se imaginan ustedes un cine español que muestre a los niños lo que ha hecho y significado ETA? Excepto Iñaki Arteta, poca mies. ¿Se imaginan una película que muestre las partes terribles y maravillosas del descubrimiento? ¿Son ustedes capaces de verse en una butaca con palomitas deleitándose con una película sobre Blas de Lezo? ¿Bartolomé de Las Casas? ¿Jose María Blanco White? ¿Sobre Lorca? ¿Dalí o Picasso? Si me contestan que en España hay bemoles para exponer nuestra miseria y gloria como pienso que debería hacerse confían mucho más que yo en este sector. Nos va la miseria. La de un lado, claro.

Trueba. ¿Pero alguien se cree que la gente ha dejado de ir a su película por un supuesto boicot? Anda y vete con Évole a buscar níscalos a Sierra Morena, guapete. ¡Si no ha ido ni tu familia, por favor! ¿Que es culpa de no se qué fachas? Miren; si solo hubiera acudido los votantes de Podemos y el ínclito Évole- perdón por la redundancia- habría cosechado 40 millones de euros en taquilla. ¿Está claro?

 Muchos de los que dejamos de ver cine español “comprometido” lo hicimos porque los coñazos, los truños y las pedantías llegaban a causar cólicos, ictus, tifus y no se te levantaba ni con poleas en un mes. - Que me duele la cabeza cariño. Por fin te entiendo- confesabas. - Otra no, otra no- gritabas al despertar de una pesadilla donde unos supuestos actores narraban su guerra civil.¿Quieren un argumento para un drama? Hoy me hago famoso. Vean.

Un niño acude al colegio todos los días. Atraviesa la calle donde su padre recibió siete tiros diez años atrás, tres de ellos en la cabeza. Su madre lucha para no inculcar en el pobre ni el odio ni las ganas de venganza. Mas nuestro protagonista va a desarrollar una maravillosa sobredotación. Sus notas, capacidad de análisis e intuición llaman la atención tanto de padres como de compañeros y profesores. Dado el hecho, el imberbe acude con su mamá al psicólogo del colegio, no por tener ningún problema con su superdotación, simplemente para ver como se pueden enfocar sus grandes capacidades.

Al entrar en la consulta, la madre queda atónita al descubrir que el psicólogo no es otro que el asesino de su padre, un etarra que salió de la cárcel a los ocho años donde se doctoró en la especialidad con un título que logró en unas tapas de yogur Danone. El niño está encantado porque... ¡ese señor es el papá de la niña que le gusta! Su primer amorcito. Se nutrirá el largometraje de las relaciones entre madre y galeno, médico y chavalico, niño y niña, primer besito, superación y adaptación de la madre a semejante suplicio, mirar por el bien del peque más allá del horror propio.

 Ya sé que me dirán que soy una caca de argumentista; y con razón. En mi defensa, decir que apenas hay ficción en mi historia. Si el arte- cine, literatura, música, etc- cumple una función de testigo de la historia, en mi país, mayormente,no se hace arte. En la mayoría de los casos, cacotas. Cacotas que además cuestan un potosí entender porque no se le entiende una puñetera palabra a un sinnúmero de actores.

No me gusta aconsejar pero hoy lo hago. Vean esas películas. Muy bien hechas, bien actuadas, dramáticamente actuales e históricas. Completas y complejas. Desde el fascismo hasta la inmigración; todo lo vemos desde el prisma de unos niños y adolescentes de bajas o medias-bajas clases sociales, hecho que condiciona y da más valor a los testimonios.

 Si me hacen caso, por una vez, no olviden comparar esas clases con otras donde se hace gritar “independencia” u otras mierdas similares a esas maravillosas esponjas que son los niños. -Dádmelos jóvenes. Yo les haré matar y alegrarse por ello.

 Benditas sean las subvenciones.


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La profesora de Historia