Retire las subvenciones a las peñas que del asesino y del asesinato hacen proselitismo y homenaje. No espere ni un segundo más. Son demasiados años comprobando como el dinero público se destina a la exaltación de la bestialidad.
No puede dejar pasar un hecho tan aborrecible como éste y pasar de puntillas como tantos otros lo hicieron antes. Está usted obligado. A defendernos a los que no comulgamos – entiéndalo en presente y en pretérito- con la bestia negra que azotó y azota nuestra tierra. Obligado a dar un puñetazo en la mesa aunque no lleve la mejor mano. Pero recuerde, musolari, que con dos sietes se han ganado muchos chicos, señor. Obligado a decirle a Pamplona, a la Navarra foral y al resto de España que la nuestra no es una tierra poblada por bellas cariátides, preciosas pero mudas. Su obligación nace del cargo que ejerce y su dejación no puede arribar excusada por una ingenua bonhomía que llevamos décadas sufriendo y arrostrando.
No tema. Le van a echar en cara que las fiestas de San Fermín sin las peñas no son nada. Ahí es donde usted responderá que son ese mismo tipo peñas las que no pintan un carajo sin las fiestas de todos los pamploneses. Que nuestro adoquinado no luce brillante para para recordar a asesinos ni asesinatos. No le van a acusar los de siempre de nada que no haya oído ya.
Estimado señor alcalde. No soy nadie para dar consejos pero de verdad le digo que aquí se está una sola vez y debemos intentar que esta única y puñetera vez valga la pena ser vivida. Con orgullo y con valor; con bondad y con firmeza Este valle de lágrimas nos ofrece muy de vez en cuando la oportunidad de hacer lo correcto y lo justo . Lo necesario. El espejo del baño, ese chivato impenitente, no le va a devolver una imagen orgullosa si no actúa como debe. Retire toda subvención presente y futura a esa peña, la Armonía Txantreana, y toda otra que a la misma respalde. No puede permitir que nuestros impuestos se dediquen a humillar el recuerdo indeleble de tantos hombres buenos como Tomás Caballero y Francisco Casanova.
Nos hallamos necesitados de noticias positivas, señor. Necesitados de decisiones que refrenden lo que la inmensa mayoría de pamploneses y navarros entendemos por justicia. No lo puede dejar pasar. Esta ignominia no se puede soportar. Somos más. Más y mejores. No vamos por la vida jodiendo al personal con sueños húmedos de arcadias inexistentes. No permita que otros nos impongan los suyos.
Está obligado, señor Maya. Está obligado a jugar esta mano y si en la apuesta va el cargo, a arriesgarse a perderlo. Pero descuide, excelentísimo; de jugarla, somos muchos miles los que no vamos a abandonar la partida y vamos a jugarla también. Como siempre hicimos, por otra parte.
¡Juéguela, señor Alcalde!
