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Opinión / Fue director del Observatorio Internacional de Víctimas del Terrorismo (OIVT) de la Fundación San Pablo-CEU.

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Por Cayetano González

La frase que da pie al titular de esta columna la pronunció la líder de la oposición en el Parlamento de Cataluña, Inés Arrimadas, de Ciudadanos, durante el pleno exprés de investidura del nuevo Presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, celebrado este pasado domingo.

Y tiene toda la razón la señora Arrimadas, porque a tenor de lo expuesto en su discurso por el candidato, la continuidad con el proceso independentista que hasta la fecha lideraba Artur Mas es total y absoluta.

La definición clásica de que la política es el arte de lo posible se ha visto ensalzada al máximo con las piruetas, acrobacias, saltos mortales y todo tipo de maniobras que han tenido que hacer los actores principales del proceso secesionista en Cataluña, Juntos por el Si y la CUP, para lograr a última hora un acuerdo que posibilitara la formación de un gobierno que pudiera dar continuidad a la declaración independentista aprobada por el Parlamento de Cataluña el pasado 9 de noviembre y que un mes más tarde fue anulada en su totalidad por el Tribunal Constitucional. En el último instante, Artur Mas tuvo que renunciar a volver a ser reelegido y dar un paso al lado, algo que evidentemente supone un triunfo del partido antisistema de la CUP, que con el 8,3% de los votos y 10 diputados de un total de 135 ha condicionado durante estos tres últimos meses todo el proceso.

A partir de ahora, las cosas irán de mal en peor. Si el nuevo Presidente de la Generalitat es fiel a su palabra, y no hay motivos para dudar de ello, intentará poner en marcha lo que los independentistas llaman las "estructuras de Estado" para hacer posible el proceso de secesión que culminaría en dieciocho meses con un referéndum sobre la nueva Constitución para Cataluña que pretenden elaborar. Ante tamaño desafío al Estado de Derecho, el Presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, ya ha anunciado que ni él ni su ejecutivo, por mucho que estén en ese estado de "funciones", van a permitir el incumplimiento de la legalidad.

La cuestión es que se ha llegado ya tan lejos por parte de los partidos y líderes independentistas catalanes, que lo que se atisba en el horizonte más cercano es un absoluto choque de trenes. Los unos dispuestos a incumplir la legalidad; los otros, dispuestos a defenderla con todos los instrumentos que tiene el Estado de Derecho. Y todo esto sucede con una situación política en España de enorme inestabilidad como consecuencia de los resultados electorales del pasado 20 de diciembre. Lo deseable es que cuanto antes se forme un Gobierno en España lo más fuerte posible y si esto no fuera viable, que también cuanto antes los españoles vuelvan a ser llamados a las urnas. Los independentistas catalanes son conocedores de esta situación de inestabilidad  y la intentarán aprovechar. En eso, son unos maestros.


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