• jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 11:12

Opinión / Fue director del Observatorio Internacional de Víctimas del Terrorismo (OIVT) de la Fundación San Pablo-CEU.

Sin adjetivos

Por Cayetano González

El último episodio vivido en torno a la "pasión de catalanes" que diría Carlos Herrera, ha agotado en los medios de comunicación y me imagino que en los ciudadanos interesados por estas cuestiones todos los adjetivos calificativos que nuestro rico y variado idioma nos brinda. 

El empate en la Asamblea de la CUP de este pasado domingo ente los partidarios de apoyar la investidura de Mas como Presidente de la Generalitat y los que están en contra de la misma ha sido tildado de esperpéntico, insólito, humillante, surrealista, agónico, confuso, sainete, entre otros.

Han pasado ya tres meses desde las elecciones en Cataluña y el plazo para investir nuevo Presidente de la Generalitat se agota el próximo 10 de enero. En todo este aquelarre, la figura política que sale más tocada es la de propio Mas: ¿hasta cuándo y hasta cuanto está dispuesto el líder menguante de la extinta Convergencia a aguantar la humillación, el escarnio público al que le está sometiendo un partido antisistema como es la CUP? En término de dignidad personal y política es muy difícil de entender el "aguante" de Mas ante el desprecio político con el que ha sido tratado por la CUP, por lo que sólo queda interpretar su postura en términos estrictamente personales de querer seguir siendo Presidente de la Generalitat a cualquier precio.

Mi apuesta personal es que al final la CUP apoyará a Mas, porque ese apoyo está en la lógica del "proceso" que empezó hace años en Cataluña. Hay que remontarse a enero de 2004 cuando en Perpignan, la dirección de ETA se reunión con el entonces dirigente de Esquerra Republicana, Carod Rovira, para implicar al nacionalismo catalán en el proceso de ruptura de España al entender la banda terrorista que ese proceso estaba atascado en el País Vasco y era necesario sumar nuevas fuerzas. Habrá que recordar que a cambio de esa implicación, ETA pactó con ERC una tregua sólo para Cataluña: es decir, seguiría matando en el resto de España, como así sucedió, pero no en aquella Comunidad Autónoma. Muy significativa ha sido la toma de postura pública de hace unos días de antiguos miembros de Terra Lliure en favor del apoyo de la CUP a Mas.

Si al final se desbloquea la investidura de Artur Mas, el "proceso" catalán seguirá su hoja de ruta contando además con un factor a favor: el mapa de inestabilidad política que actualmente reina en España tras las elecciones generales del pasado 20-D. Y en eso los independentistas son implacables: cuando huelen la debilidad del contrario, léase en este caso del proyecto de España, aprovechan todas las oportunidades para sus intereses. Así son los nacionalistas y así han venido actuando desde la transición política salvo en contadas ocasiones, que más por razones estratégicas que por renuncias a sus fines, les ha podido interesar aparentar otra cosa.


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