• martes, 16 de abril de 2024
  • Actualizado 17:48

Opinión / Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

Dos intervenciones en 24 horas

Por Carmen Tomás

El presidente del Gobierno ha confesado en una entrevista concedida a TVE que su mayor rival en las elecciones del próximo 20 de diciembre es él mismo.

Rajoy es consciente de que ha estado alejado de los ciudadanos. La razón, a su juicio, es que durante la primera parte de la legislatura estuvo dedicado a sacar a España de la encrucijada en la que la había dejado el gobierno de Zapatero.

Puede parecer una excusa poco crítica. Precisamente, muchos pensamos que muy al contrario el presidente debería haber ido contando a los españoles casi al minuto qué se encontraron y qué soluciones se iban adoptando. Parece que ahora sí se ha dado cuenta de que, además de la responsabilidad de sacar a España de la crisis, la razón fundamental por la que recibió en 2011 la mayoría absoluta del Parlamento, ha faltado hacerlo saber. Y no sólo el qué hacían sino porque era mejor una vía u otra. Ahora en todo caso, me parece a mí por lo menos, llorar sobre la leche derramada sólo conduce a la melancolía.

Mariano Rajoy parece haber entendido el mensaje. Tampoco se puede cambiar la personalidad de las personas ni sus formas. Aquí lo importante y ahora, en este momento tan delicado de la política española, es que el gobierno tome las riendas de la economía y también del desafío independentista. Precisamente, en este punto, el presidente está claro que ha tomado las riendas y de ahí ese discurso institucional trasladado a los españoles, tras la declaración de independencia lanzada por los soberanistas catalanes.

La economía va mejor. Se ha dado la vuelta a todos los indicadores. Esto es innegable, por más que muchos se empeñen, sobre todo los que no supieron ver la crisis, ni su profundidad, ni cómo abordarla una vez que se hizo salvaje. Ahora toca convencer de la importancia de que se siga en el empeño los próximos cuatro años o volver a empezar. Es la hora de la responsabilidad y para serlo da igual la edad o la poca o mucha simpatía que se despierte. Hace falta voluntad y ganas y demostrar con datos, pero también con actos, de que se está en ello.

La crisis ha sido brutal. Muchas personas, centenares de miles han sufrido y siguen sufriendo. Así que toca estar más a su lado y hacer ver que se comprenden sus problemas cotidianos y que se van solucionando. Pero sobre todo que las fórmulas mágicas no existen, que el dinero no nace en los árboles y que para mantener todo lo que hemos conseguido en años hay que perseverar en las reformas y huir de los populismos y de las medidas que ya han demostrado ser inútiles y creadoras de más pobreza y dolor. Y, lo peor, generar falsas ilusiones, como se ha visto en Grecia.


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