• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Licenciado en Derecho y Ciencias Económicas por las Universidades del País Vasco y Complutense de Madrid.

Podemos, IU y la obsesión de ganar

Por Carlos Carnicero

Ya no se habla apenas de proyectos políticos. Se han acuñado frases como "caballo ganador" al referirse al alquiler de un candidato, ajeno al partido, que pueda dar más votos.

En época de Zapatero se utilizaron muchos "caballos ganadores". Algunos resultaron un fiasco: Miguel Sebastián ni siquiera recogió el acta de concejal. Felipe González contrató al juez Garzón y luego estuvo a punto de meter en la cárcel al presidente de gobierno.

Los independientes paracaidistas en circunscripciones con las que no tenían nada que ver abundaron. Incluso fueron ministros y todos abandonaron el escaño cuando dejaron de serlo.

Hubo un tiempo que los partidos tenían señas de identidad, proyectos y sueños. Los militantes no tenían tantos intereses personales como deseo de apoyar un partido para cambiar o gestionar la sociedad. Eso ya es historia. Y la historia del partido, su ideología y su programa eran lo más importantes. No se quería ganar a cualquier precio.

Pero no se trata de un vicio de los "viejos partidos". Los nuevos no han tardado en aprender estas triquiñuelas.

Podemos ha hecho cuenta de los votos que perderá en las próximas elecciones y ha hecho una OPA sobre Izquierda Unida.

Hay algunas joyas de lo que pensaba Pablo Iglesias, hace solo unos meses, del partido que lidera Alberto Garzón. Decía el líder de Podemos: "Sois unos cenizos. No quiero que cenizos políticos, que en 25 años han sido incapaces de hacer nada, no quiero que dirigentes políticos de Izquierda Unida, y yo trabajé para ellos, que son incapaces de leer la situación política del país, se acerquen a nosotros".

Ahora eso ya es historia. Quizá el más honesto ha sido Íñigo Errejón al hablar del pacto con Izquierda Unida. Ha dicho claramente que se trata de echar una mano para sacar más votos.

Creo que en todo caso se desprecia la capacidad del elector de ser dueño de su voto. Se supone que quien votó a Izquierda Unida apoyará el acuerdo en el que se funde con Podemos. Pero quien pudo apuntarse a caballo ganador en diciembre y se quedó en Izquierda Unida, ¿por qué iba a cambiar su voto ahora?

Está por ver si esa alianza funciona. Si suma más que resta. Pero en todo caso es un punto de inflexión, probablemente sin retorno, para Izquierda Unida, que ha decido unir su destino a quien tanto le despreciaba por un puñado de escaños.


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