El asunto, con ser grave, no es que el nuevo titular de la Dirección General de Tráfico, Gregorio Serrano, pretendiera apalancarse un piso de la Guardia Civil en Madrid so capa de una misteriosa permuta o trueque, ni tampoco que para que el amplio y céntrico pabellón estuviera a la altura de su nuevo inquilino, se empleara la friolera de 50.000 euros de dinero público para su reforma.
Parece mentira que el juez Santiago Vidal, que tanto ha defendido públicamente una porción de causas justas, se haya metido en una historia, la del secesionismo de Cataluña por las bravas, que necesariamente bastardea la esencia de su oficio, que no es otra que la salvaguarda, para bien de todos, de la ley.
Tan embebidos se hallan los partidos de la oposición y de la semi-oposición en sus trifulcas domésticas, que no reparan en un grave suceso sanitario que se está ensañando con la población, la gripe, que éste año se ha adelantado y que, por coincidir con las fiestas navideñas, cuajadas de reuniones familiares, celebraciones tumultuarias y aquelarres consumistas, ha devenido en epidémica en buena parte del territorio nacional.
Nuestros hijos son nuestros, pero los niños son de todos. Nuestros hijos, nuestros no en sentido posesivo sino de las obligaciones para con ellos, son nuestros, pero los niños, todos los niños, deben gozar del amor y de la protección de todos, de la sociedad, para hurtarles de los abusos, el maltrato, el abandono y el desamparo.
Sabido es que los sondeos no se hacen, se encargan, y ahora parece que todos se encargan contra el PSOE, es decir, para contribuir a domeñar y torcer su razonable decisión de no entregar la gobernación de España al Partido Popular, el único partido que, no debe olvidarse, está imputado al socaire de uno de los innumerables casos de corrupción, el de los papeles de Bárcenas, que ha protagonizado.
Un mantra no puede repetirse, pues en sí mismo es una repetición. Así pues, hablar de un mantra que se repite es como hablar del agua líquida o del fuego que arde, pero, siendo esto así, el mantra de que Pedro Sánchez es el responsable único, absoluto, del bloqueo político y del desgobierno de España, se repite tanto, tanto, que rebasa con mucho la naturaleza brasa de la mantridad.
Venezuela, al parecer, se ha colado en la campaña, y aunque más razonable sería que se hubieran colado Orense, Teruel, Soria, Badajoz, Huelva o Murcia, pues se trata de la campaña electoral de unos comicios españoles, no deja de tener su poco de lógica esa intrusión del bello y desventurado país del Caribe
Si la racionalidad presidiera la política española, que no la preside, los diputados de la efímera o casi nonata legislatura surgida del 20-D serían despedidos, esto es, tendrán vedado el reenganche el 26-J, pues no han hecho el trabajo que se les encomendó y para el que fueron contratados con dinero público.
Es cierto que no se puede responsabilizar a podemos de la perpetuación del Partido Popular en el gobierno por no haberse abstenido en la fallida investidura de Sánchez, pero también lo es que si se hubiera abstenido, a éstas alturas habría un nuevo gobierno, el PP se habría ido a la oposición a purificarse un poco, y los españoles no tendrían que volver a votar, previsiblemente lo mismo o parecido, seis meses después de haberlo hecho.