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Opinión / Como periodista lleva ejerciendo desde los 18 años en que comenzó en el diario Pueblo. Ha trabajado después entre otros medios como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo y la Cadena Ser.

El paro y don Sillón

Por Antonio Pérez Henares

El paro, tras los dos meses "malos" de enero y febrero, especialmente el primero, ha vuelto a recuperar  el camino de bajada y la senda ascendente del empleo en marzo.

Cerca de 140.000 nuevos afiliados a la Seguridad Social han supuesto un descenso de cerca de 60.000 bajas en las listas del paro lo que viene a situarnos de nuevo a finales del 2015. O sea, en los 4,09 millones parados y en los 17,3 millones de afiliados, el dato que a mi juicio siempre es el más relevante.

Seguimos, pues, en la senda de la recuperación y podríamos vislumbrar, en condiciones políticas normales y de aquí al otoño, el dejar claramente atrás esa fatídica cifra de los cuatro millones de desempleados y aspirar a los 18 millones de personas cotizando. Con ello sin duda amen de que saldrían mucho mejor todas las cuentas del estado lo más importante es que la angustia de cientos de millones de personas sin trabajo habría disminuido. Pero ese futuro puede truncarse de aquí a nada.

De hecho, a pesar de los buenos datos y que la inercia es buena, se detecta un cierto constipado, un leve pero inquietante frenillo que aunque todavía no se manifiesta, advierte de sus inquietudes. La bajada es importante y la contratación positiva, incluso estacionalmente hablando, pero este marzo podía haber sido de récord absoluto estando de por medio la Semana Santa y el primer atestón turístico. Se ha quedado en puertas. No está nada mal, pero mejor podía haber estado.

La explicación la conocemos todos. Llevamos más de tres meses con el Gobierno en Funciones y don Sillón, Pedro Sánchez, bloqueando todo lo que no sea que el sitial monclovita ha de ser suyo, por las unas o por las contrarias y a pesar de haber resultado vapuleado en las elecciones. Y en esos rocambolescos pactos de perdedor que intenta tiene como gran medida, recurrente y obsesiva, el cargarse todas las reformas que se han hecho en este aspecto y que, amen de otras, han conseguido que España saliera de la sima en que la dejó Zapatero y comenzara a recuperar el empleo.

Ese temor, que se alumbre un gobierno en cualquier caso escuálido y en el peor de ellos con el apoyo activo o emboscado de extrema izquierda y separatistas, influye ya de hecho y de concretarse nadie tiene la menor duda que tendría efectos de inmediato. Porque con solo pensar un segundo en algo más que en el Sillón de Pedro es evidente que el destrozo económico, amen del desguace soberano y nacional, que íbamos a sufrir iba a tener características telúricas y la recuperación tan duramente enfilada iba a pasar en semanas a sufrir terremotos griegos y sacudidas venezolanas. Ascender es muy duro y difícil pero la caída puede ser tan fácil como rápida. Basta con ponerse a contar nubes en vez de hacer los deberes. Lo sabemos pero no escarmentamos.

Escarmentaríamos por un tiempo si al final nos sobreviene el desaguisado que nos intenta perpetrar Pedro Sánchez y puede que el sufrirlo, aunque esta vez el sarampión podría llegar a varicela,  nos vacunara un algo al menos, pero la verdad es que ese precio a los españoles no nos conviene en absoluto pagarlo. Ni nos lo merecemos tampoco.

El famoso y tan cacareado cambio, en esto del paro, el empleo y las cosas del comer, a donde nos lleva, y eso lo ve cualquiera que quiera pensarlo un poco, mire ayer y mire el mundo y lo que por ahí ha pasado y pasa, es cuesta abajo y sin frenos. En rumbo de despeñe que es en lo que estábamos, aunque se nos haya olvidado en nada. Pero eso don Sillón Sánchez no quiere ni mal ni bien que lo recordemos. O aunque lo hagamos que ya sea tarde y él este ya sentado en la Moncloa. Me parece que por eso y más con los datos de hoy Pedro Sánchez no quiere ni bien ni mal que volvamos a las urnas. Les empieza a tener pánico.


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