• miércoles, 24 de abril de 2024
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Opinión / Como periodista lleva ejerciendo desde los 18 años en que comenzó en el diario Pueblo. Ha trabajado después entre otros medios como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo y la Cadena Ser.

Don NO en su laberinto

Por Antonio Pérez Henares

El puchero político vuelve a hervir y tantos ellos como nosotros los periodistas nos ponemos a bailar como garbanzos en los borbotones del caldo.

Que si este ha dicho, que si aquel ofrece, que si esto será, que ni será, y convertimos cada día cuatro anécdotas en la "noticia del siglo" y la "madre de todas las batallas". No deja de ser nuestra obligación, por otra parte. Pero lo que de verdad se cuece y se seguirá cociendo es una sola cosa. Como no ir a unas nuevas elecciones.

Y para eso solo hay un camino, que todos saben pero que alguno se resiste a coger y se va un día a Mojácar y el otro a Benicassim, porque ya sabe que donde no puede ir es a Moncloa.

Porque el primer resultado de las elecciones es que a Don NO le volvieron a decir NO las urnas de una manera aún más contundente que la vez anterior y que ni siquiera se le permite ya la pantomima que nos ofreció durante los cuatro primeros meses del año.

Ahora, aunque se le haya ocurrido, que se le ocurrió, el disparate sería ya tan disparatado que a quien lo pondrían aún antes de lo que ya está en el disparadero sería a él mismo. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, pero ahora más imposible todavía.

Para conseguir ser presidente del Gobierno, aunque el sanedrín de Ferraz lo negara por todas las cadenas televisivas, lo más conveniente resulta ser el ganar las elecciones y lo más inconveniente perderlas cada vez por distancia y goleada de escaños.

Y resulta que quien las gana, aunque les caiga muy mal y se pasen los años convirtiéndolo en el muñeco de las bofetadas y el depositario de los escupitajos, es un señor llamado Rajoy. Que no las ha ganado de calle ni para poder gobernar solo y hacer lo que le da la gana. Pero las ha ganado por bastante y por 700.000 votos más que la otra vez. Que son razones.

La cuestión ahora, por más que retuerzan el rabo a la lagartija, es que él y solo él puede hacer gobierno, diga lo que diga desde el diván del psicólogo Pablito Iglesias, y que no es la cosa como enfatizan los sanchistas la cuestión el apoyarle para que gobierne sino simplemente el no impedírselo, que es bien diferente.

Tan solo no bloquear la puesta en marcha, de una vez por todas, de una legislatura y poder comenzar ellos su tarea de oposición y de reconstrucción de un partido al que Zapatero dejó hecho unos zorros y Zpedro va a dejar para el desolladero si no le ponen cuanto antes remedio.

Porque el problema al final es el propio Don NO y su laberinto de Noes que ha venido dando como receta. Una recua de negaciones que lleva a dos que chocan entre ellas, pues son una u otra pero no al mismo tiempo, NO a gobierno PP y no a elecciones. Uno de los dos noes ha de romperse. Pero ese espejo roto, sabe Pedro Sánchez, que a quien hace definitivamente añicos es a su imagen y figura.

Y por eso Don NO intenta escaparse. Un día disfrazado de galán italiano a Mojácar y otro de rockero duro a Benicassim. Inexorablemente el tiempo corre. Y ya mañana mismo va a sonar el primer cuarto donde cada cual ha de comenzar con su voto en el Congreso a retratarse.


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