• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Periodista, de Ayoó. Independiente, pero no de mis ideas, mis amigos y mis estados de ánimo.

Terroristas y refugiados

Por Antonio Casado

Claro que es "una ofensa inaceptable contra la humanidad". Es la reacción coral de la UE.

Pero la retórica no resuelve nada, aunque nadie discuta la necesidad de ir unidos y castigar a los culpables del dolor causado en los atentados de Paris. Más práctico es saber que la base logística estaba en Bélgica y que Europa ha reforzado la vigilancia en sus fronteras, incluso las interiores. Aún así no te resuelve nada que el presidente Hollande o el titular de Interior,  Cazeneuve, te digan que Francia está en guerra, y que desde los atentados del viernes 13 (ay, el mal fario de la represión contra los templarios) se han efectuado 168 registros, 23 detenciones y no se cuántas incautaciones de armamento.

Son líneas de actuación discutidas y discutibles que no atacan las verdaderas causas por las que el bienestar televisado de esta parte del mundo pone de los nervios a otra parte, bien localizada en determinada región. Del sentimiento de agravio ha surgido allí un delirante mandato religioso. "Alá es grande", gritaban los terroristas mientras disparaban contra los jóvenes de la discoteca "Bataclan". Es el más alto nivel de blasfemia e irracionalidad: asesinar en nombre de Dios.

En palabras del gran Saramago, es tanto como "convertir a Dios en un asesino". Aunque no sólo Dios anda entre los cinturones de explosivos de jóvenes dispuestos a inmolarse en lucha contra los infieles. También la historia, la política y la economía. Tanto en el odio que hincha el pecho del yihadista como en las reacciones de países atacados en esta parte del llamado mundo libre. "Espero que la gente abra los ojos ahora", ha declarado el primer ministro de Eslovaquia en inequívoca reprobación del buenismo instalado en la UE respecto a los refugiados de Siria y otros países donde se ha hecho fuerte el Ejército Islámico (ISIS), cuyos poderosos dirigentes tienen territorio, dinero, armas, pozos de petróleo y un sofisticado aparato de propaganda. Desde el primer momento se hicieron responsables de los atentados de París.

La declaración del premier eslovaco reproduce la ya conocida opinión de los países del Este europeo. Pero en estos momentos expresa también el sentir de otros miembros de la UE que, tras la salvajada del viernes, han endurecido su postura en la crisis de los refugiados con la excusa sobrevenida de que son como caballos de Troya para el camuflaje intramuros de yihadistas dispuestos a todo. De hecho el presidente de la Comisión, Juncker, ha salido al paso de esa tesis, precisando que los refugiados vienen huyendo del ISIS, que así sería un enemigo común.

La polémica está servida a partir de un hecho cierto. Este tipo de atentados son cometidos no por refugiados recién llegados sino por jóvenes insertados en el tejido poblacional europeo. Por otra parte, es evidente que los atentados del ISIS, como hemos visto en París,  endurecen la actitud no solo de los gobernantes sino también de las opiniones públicas de los países atacados, lo cual sería contrario a los intereses del ISIS si de verdad quieren utilizar los flujos de refugiados como medio de infiltración.


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