• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Periodista, de Ayoó. Independiente, pero no de mis ideas, mis amigos y mis estados de ánimo.

Memoria mancillada

Por Antonio Casado

La noticia está en los medios de información, con las consabidas pruebas gráficas del desastre. Nos debería dejar a todos tristes y cabreados.

Tristes con nosotros mismos y, al tiempo, cabreados con la clase política que, en el poder o en la oposición, ha tenido que ver publicada esa noticia para echarse las manos a la cabeza mucho tiempo después de que sonaran las primeras señales de alarma. Me refiero al penoso estado del monumento dedicado a las 192 víctimas mortales del brutal atentado yihadista perpetrado en Madrid el 11 de marzo de 2004. Un jueves de sangre de infausta memoria, ahora mancillada por la desidia de quienes resulten ser responsables del fiasco.

Como suele suceder en estos casos, todos se lavan las manos: el Ayuntamiento, la Comunidad, el Ministerio de Fomento, Adif y RENFE son los actores concernidos. Pero ninguno quiere asumir toda la responsabilidad, Así que, unos por otros, como suele decirse, el monumento, sito en los aledaños de la estación de Atocha, se ha ido deteriorando progresivamente por puro abandono, con elementos ornamentales o de estructura que se han desprendido, con goteras y un complicado sistema de climatización echado a perder.

Por muy intangibles que sean, hasta los símbolos necesitan para estar vivos de algo tan tangible como una dotación presupuestaria destinada a mantenerlo en estado de revista. En este caso, un gran cilindro de cristal (11 metros de altura) con un sofisticado sistema de aire comprimido en su recubrimiento interno. Al parecer, ninguno de los actores políticos, administrativos o empresariales citados dispone de una dotación económica específica  para que el monumento cumpla su función de homenaje y respeto a las víctimas de aquella salvajada.

Lejos queda el 11 de marzo de 2007. En esa fecha fue inaugurado el monumento. Aquel solemne acto, in memoriam, sirvió para que la España oficial se diera golpes de pecho televisados ante la opinión pública y las doscientas familias destrozadas por aquella tragedia. Poco duró la compasión y la solidaridad. Ahora procede denunciar la grosera pugna entre el Ayuntamiento y el Ministerio de Fomento a la hora de pagar las facturas. Ahí parece estar el origen del problema. Pero, sobre todo, procede denunciar la flagrante violación de uno de los compromisos adquiridos por el Gobierno actual y el principal partido de la oposición, el PSOE, en el Pacto Antiterrorista, tan invocado estos días en relación con los atentados de Paris.

Hablo del compromiso expresado así: "La solidaridad, el afecto y el apoyo a las victimas del terrorismo ha de ser siempre una referencia para los demócratas. Mantener vivo su recuerdo y rendirles el merecido homenaje es un imperativo ético que reafirmamos en el presente acuerdo".

Si en su día lamentamos la politización del 11-M, hoy tenemos que lamentar la insoportable levedad de los compromisos que se firman con solemnidad y se olvidan con desvergüenza.


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