• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Periodista, de Ayoó. Independiente, pero no de mis ideas, mis amigos y mis estados de ánimo.

Incógnitas de vísperas

Por Antonio Casado

En nuestro bloc de notas solo una certeza basada en la generalidad de los sondeos y el olfato de los comentaristas: el PP va a ganar las elecciones del domingo.

 Lo demás son incógnitas. Empezando por la distancia del primero con el segundo, cuya medida incluso podría derogar el dogma de la lista más votada como primera responsable de formar gobierno. O del primero con el cuarto, en cuya matemática combinatoria se aloja la caja negra del día después.

Una vez hecho el recuento, tenderemos a poner los números al servicio de la estabilidad. Estabilidad, divino tesoro. Ese será el mantra del día después porque, como acaba de decir el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, "España va mal pero no se merece ir peor". Lo aclara a renglón seguido. Peor iría si los eventuales perdedores de la izquierda quisieran formar un gobierno para descabalgar al partido ganador.

Muy revelador. El líder de Ciudadanos ya ha asumido la victoria del PP. Se deduce de su declaración de final de campaña: "Yo votaré que no a quien intente formar un grupo de perdedores". Es decir, anticipa que Ciudadanos se descarta como ganador y que no apoyará a los perdedores de la izquierda, lo cual elimina también al PSOE y a Podemos como eventuales ganadores.

Por su parte, Mariano Rajoy llevaba muchos días claveteando la idea de que España necesita estabilidad si no quiere volver a las andadas en el plano económico. Unido a sus obsesivas dosis de recuerdo sobre el respeto a la lista más votada y conjugado lo cual con las últimas tesis de Rivera, es obvio que las dos derechas, la nueva y la vieja, van camino de entenderse ante la combinación de lo viejo y lo nuevo por la izquierda.

Por esa banda, la de la izquierda, queda por saber si los números del domingo que viene por la noche le dan al PSOE para responder al bipartidismo imperfecto que supondría una alianza PP-Ciudadanos. Solo sería posible, según ha venido sosteniendo Sánchez, si el PSOE obtuviera "un voto más que el segundo", aunque yo aún no lo descartaría si la distancia con el PP fuese muy pequeña.

Caldo de cerebro, al fin y al cabo, a cinco minutos de que las elecciones inauguren una nueva etapa política sobre dos modelos posibles. Uno, de bipartidismo imperfecto (PP o PSOE con uno de los otros dos), como fórmula de mayor estabilidad. Y otro, el tetrapartidismo, con cuatro actores de similar potencia electoral, que aportarían más inestabilidad pero también más creatividad y más dinámica de pacto.

No seamos pesimistas. El "España no va bien pero no se merece ir peor" de Rivera es un canto a la estabilidad, como valor superior en el tiempo que viene. Las urnas nos ponen a prueba. Y algunos creemos que, por encima de nuestro proverbial derrotismo, vivimos en un país donde reina la moderación y el sentido común. La España de nuestros pecados es más civilizada de lo que estamos dispuestos a reconocer.


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