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Opinión / Periodista, de Ayoó. Independiente, pero no de mis ideas, mis amigos y mis estados de ánimo.

Frustraciones mal curadas

Por Antonio Casado

Hace muy bien el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en pasar de largo cuando los bastonazos de su antiguo padrino político, el ex presidente Aznar, pretenden dejarle en evidencia.

No tiene nada que ganar y sí mucho que perder, ante los votantes del PP y ante los españoles en general, si se enzarza en una absurda controversia sobre su gestión de estos últimos años, criticada por quien precisamente lo eligió para la tarea en 2003.

Aquí lo relevante no es saber si Aznar tiene o no razón, si sus críticas a Rajoy tienen más o menos eco en la opinión pública, porque la gestión del presidente ya está sometida al permanente escrutinio de la oposición y no hacen falta más voluntarios para vigilarlo de cerca. En este asunto concreto lo suyo es entrar en los motivos de Ese Aznar pertinaz y furtivo en el empeño de zancadillas a su compañero de partido. Lo cual nos lleva a reparar en las dos grandes frustraciones, las dos muy mal curadas, que permiten descubrir cómo Aznar respira por la herida.

La primera de esas frustraciones nace de su arrepentimiento por la designación de Rajoy como sucesor. Cree que se equivocó. Pero el caso es que la contrariedad que ahora experimenta se redobla al advertir, a balón pasado, que tanto peor hubiera sido optar por la alternativa que tuvo en su momento. La de Rodrigo Rato, el ex vicepresidente que ha acabado convertido ante la opinión pública en un vulgar comisionista. ¿Se imaginan ustedes si al final hubiera sido Rato, y no Rajoy, el inquilino de la Moncloa?

La segunda de las grandes frustraciones de Aznar se deriva de su comportamiento de gobernante entre el jueves de sangre (11-M) y el domingo de urnas (14-M) del año 2004. Me refiero a lo rematadamente mal que gestionó la derivada política de de aquellos sangrientos atentados que llevaban la firma indeleble del terrorismo islámico. El entonces director del CNI, Jorge Dezcallar, acaba de poner sobre la mesa un libro de memorias que supone la enésima requeteconfirmación de los errores cometidos por quien ahora da lecciones de buen gobierno. Dezcallar ha vuelto a poner sobre la mesa, negro sobre blanco, que Aznar hizo un insensato "uso partidista" de la tragedia.

El ex presidente Aznar se siente injustamente tratado por las lecturas que se han hecho de sus declaraciones (sus cuatro "avisos"). Se queja de que solo haya recibido descalificaciones y no argumentos razonados en contra de sus tesis. Sobre todo respecto al problema catalán donde, según él, el separatismo se habría radicalizado por culpa del Gobierno Rajoy. Y el gran beneficiado sería Ciudadanos, competidor electoral del PP.

Lamentable actitud, injusta, desleal, inoportuna y destructiva, la de Aznar. Pero es que, además, es un análisis escasamente fundamentado. Y me explico. No está escrito en ninguna parte que lo que no le ha funcionado a Rajoy en Cataluña tampoco le vaya a funcionar en el resto de España, que es donde se va a librar la pugna entre los dos partidos del centro derecha (PP y Ciudadanos).

Lo que hace Aznar es una mera traslación de los resultados catalanes a las lecciones generales, deduciendo por el artículo 33, el de su real gana, que si Rivera ha desbordado a Rajoy en Cataluña también lo va a desbordar fuera de Cataluña. Está por ver.


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