• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / In foro domestico

El garrote impide las soluciones

Por Ángel Luis Fortún Moral

Tal y como históricamente caracteriza a quienes conformamos esto que ahora se llama España, en la etilometría de responsables municipales, sacuden con el garrote quienes, hace veinte meses, recibieron los garrotazos. 

Entonces dieron los que ahora reprochan injustas y desproporcionadas acusaciones.

Una parte exigiendo el total aniquilamiento político, la otra parte queriendo hacer valer los detalles. Vaya guión más previsible. Y así hasta la próxima. Siempre habrá un incidente, una polémica y un debate para volver a exhibir el antagonismo a garrotazos. Eso sí, las cuestiones realmente importantes quedan sin debatir y, por supuesto, sin resolver.

1º.- ¿Por qué se minimiza el atropello? El debate se ha limitado a la supuesta etilometría y al supuesto trato de favor, con especulaciones y valoraciones subjetivas. Garrotazo va, garrotazo viene. ¿Y las víctimas? Una vez más, las victimas olvidadas. Socialmente tenemos muy presentes las cifras, pero completamente olvidadas las personas, víctimas de accidentes de circulación. Despreciamos la tragedia que mayor número de muertes y lesiones físicas y psíquicas ha causado desde la Guerra Civil.

2º.- De nuevo, “haced lo que digo pero no hagáis lo que hago”. Poco antes de Navidad, el Ayuntamiento anunció que impedirá todo el tránsito de vehículos por el Casco Viejo, como espacio exclusivo de peatones. Y el mismo día 31 el Ayuntamiento nos encomendaba, en todos los medios de comunicación, a que evitásemos utilizar el vehículo particular, especialmente por el Centro. Límites y recomendaciones para la ciudadanía, el vulgo populo. Luego se destinan miles de euros a estudios que traten de explicar las ignotas razones de la lejanía con que la ciudadanía percibe a sus representantes.

3º.- ¿Por qué se espera al accidente para intervenir? En este caso es uno de los puntos de mayor y más permanente tránsito peatonal de toda la ciudad. Pues lleva años siendo un espacios caótico en que vehículos y peatones se apañan como pueden, con más suerte que acierto. A buen seguro, tras los atropellos se colocarán señalizaciones y hasta se pavimentará, definitivamente, como calle peatonal. Lo triste es que hasta los atropellos no se intervenga. Hoy es Duque de Ahumada, mañana puede ser Paulino Caballero o la Plaza de la Cruz. Las soluciones se darán conforme se produzcan accidentes. Mientras tanto, el cruce de garrotazos impedirá establecer medidas. Bien y tú. Lo que proponga una parte será rechazada por la otra, alardeando por su antagonismo de pro, y a mucha honra.

Desgraciadamente el antagonismo impide abordar cualquier plan estratégico, que siempre precisará para su desarrollo de más de una legislatura. Ganar y evitar que ganen resulta primordial, más bien, único y exclusivo. Así pues, que nadie espere más que parches y medidas a corto plazo. Y, por supuesto, más garrotazos. Feliz año.


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