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Opinión / In foro domestico

Otro plan E que acaba como retrete

Por Ángel Luis Fortún Moral

El texto critica el dinero destinado a "relanzar" empresas de hostelería y turismo que un mes después han tenido que reducir actividad o cerrar.

Nueva disposición de la Discoteca Canalla para su reapertura. CANALLA
Nueva disposición de una discoteca de Pamplona lista para su reapertura. CANALLA

Corría el otoño de 2008. A penas un año después de la peor crisis de liquidez bancaria de la historia y en medio del naufragio de todos los gigantes financieros de USA, el Gobierno de España embarcó al país en un plan de 8.000 millones, que necesariamente debían destinarse a obras de entidades locales. Se aprobó por Real Decreto-ley 9/2008 “para la dinamización de la economía y el empleo”, decía, y plagó las calles de sus correspondientes “Ẽ” que a estas estas alturas es unánime su consideración como absoluto fracaso.

Por Real Decreto-ley 25/2020, de 3 de julio, el Gobierno de España lanzó el plan de apoyo al sector turístico y a la hostelería. En palabras del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez: "España vuelve a abrirse al turismo. Hoy presentamos un Plan de Impulso para relanzarlo.” 40.000 millones en avales ICO, que han empujado al endeudamiento de decenas de miles de empresa que, hoy observamos desbordadas por la segunda ola del coronavirus, que obliga a restringir su actividad y hasta a cerrarla por completo.

De nuevo, una lluvia de millones por el desagüe de la insensatez, esta vez, dejando una pesadísima deuda en las pymes con el cuento del Gobierno y su nueva normalidad, como los brotes verdes del relanzamiento y la reconstrucción. Con estas promesas gubernamentales ¿alguien ha planificado su endeudamiento para aguantar al menos dos años y varios rebrotes? Lamentablemente nadie, o casi nadie. La prioridad fue semi-llenar terrazas y locales sin escatimar medios, ni esfuerzos.

El objetivo de toda su palabrería era la mera apariencia con las cifras. Colgarse la medalla cortoplacista de una falsa recuperación para exprimir réditos políticos y convocar elecciones a poco que los números dieran para lograr más escaños en el Congreso. Todo pinta a pura apuesta electoral: a poco que las cifras sanitarias aguanten, el partido del Gobierno arrasa, como ocurrió en Euskadi y Galicia.

Porque, si no era interés electoral, ¿por qué ahora no conceden más ICO para ampliar créditos a todas esa empresas de hostelería y turismo a las que se les embaucó y que vuelven a verse con el agua al cuello? ¿acaso no creen ya en su cacareado relanzamiento?

Si no hay interés electoral, ¿por qué han convertido el verano en una suerte de concurrencia autonómica de cifras, permitiendo a varias comunidades no hacer pruebas ni rastreos, incumpliendo hasta los requisitos más básicos para pasar a la fase 2? ¿Se trata de permitir situaciones, aunque sean peligrosas, para poder criticarlas y mantener la disputa partidista?

Si atendía al interés general, ¿por qué no destinaron un solo céntimo a educación? En sucesivas normativas han limitado los aforos para todos los espacios y actividades, de modo que la más mínima planificación habría exigido que algunos de esos millones se hubiesen destinado a obras en infraestructuras educativas, para reducir los aforos de las aulas y cumplir coherentemente sus propias normativas. Además, también se habría generado actividad económica y empleo. En términos electorales está más que demostrado que son asumibles la incoherencia y el permanente sacrificio de la educación.

El consumo en terrazas fue prioritario en la nueva normalidad. Ahora se escandalizan de que los adolescentes, que difícilmente van a ser atendidos en una terraza o local de hostelería, repliquen ese comportamiento en espacios apartados. No se ha destinado un solo céntimo a garantizar actividades deportivas y de ocio seguras para adolescentes ¿qué pretenden que hagan?

Han tenido la capacidad de controlar y confinar a 47 millones de personas, dictar normas hasta para regular las reuniones familiares, pero consideran inalcanzable impedir la venta de alcohol a menores, a los que tachan de irresponsables. Qué suerte tener a quién culpar de las torpezas propias, por evidentes que sean.

Tanto en los planes de 2008 y 2009 como en los ajustes de 2012 y 2013 se proclamaba a bombo y platillo la digitalización y eficiencia de las administraciones. El coronavirus ha desnudado aquellas mentiras, que ahora tratan de taparse con otras. Lo llaman reconstrucción y relanzamiento pero sólo es un patadón hacia adelante, eso sí, a costa de sobreendeudar sin piedad a decenas de miles de emprendedores, que saldrán de ésta con la única posibilidad de asumir salarios miserables para sobrevivir en la cuerda sobre la pobreza.

Al igual que el concepto de nueva normalidad genera desconcierto, los conceptos de reconstrucción o relanzamiento resultan completamente absurdos para definir el destino de esos chorros de dinero público que se han derrochado en turismo y hostelería. ¿En qué pensaban cuando destinaron dinero público para relanzar negocios que al mes les han obligado a cerrar o reducir su actividad? Evidencian que esas mentes dirigentes han considerado el coronavirus como si de un terremoto o una inundación se tratara. Pasada la ola, a reconstruir y relanzar como si nada. Evidencian que ninguno de los políticos y políticas se creían sus propias palabras que farfullaron todo aquello de convivir con el virus. Mentiras y mentirosos. Supina ineptitud.


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