Ser mujer es una condición. No lo eliges. Te condiciona la vida. Te hace estar en el mundo desde un punto de partida dado. En ese mundo te sitúas desde la condición de mujer.
- jueves, 18 de abril de 2024
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Ser mujer es una condición. No lo eliges. Te condiciona la vida. Te hace estar en el mundo desde un punto de partida dado. En ese mundo te sitúas desde la condición de mujer.
El lugar donde te tocó nacer y el tiempo en el que te tocó crecer tampoco lo eliges y se imponen, pero si eres mujer y naces en Pamplona será tu condición de mujer lo que te hace ser una igual a otra mujer que nace en Rabat.
Las dos mujeres compartirán un común: ser mujeres. Tal vez el único común, puesto que nada más de lo que les suceda el resto de su vida tiene porqué coincidir. Las sucesivas condiciones que van a acompañar a una y a otra no son iguales. Es más, pueden ser antagónicas.
Sucede lo mismo con la condición de clase que descifró Marx: una obrera de Varsovia comparte condición vital con la de Milán. Y si bien los entornos que rodean a una y a otra son diferentes, la condición vital les iguala.
Esta realidad es lo que motivó que una Internacional, y hasta dos, triunfaran en Europa y existiera, y prevalece, una conciencia de clase. La similitud es lo trascendental. En la mujer, la analogía es la condición de mujer. Es lo trascendental, es el común que nos convierte en colectivo.
Hoy es el Día de la Mujer. De todas. No hay una manera buena de ser mujer y una manera mala de ser mujer. La diversidad es inherente a la condición de serlo. Hoy y siempre es igual de mujer quien hace huelga que quien no la hace.
Quien se siente reivindicada con los manifiestos y quien no. Quien se declara feminista y quien no lo hace. Por encima de todo está la conciencia de mujer. Esto es lo trascendente. Porque la condición de mujer no se elige. ¡Pero para mí es un privilegio!
