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Blog / Cartas al director

María Chivite quiere un gobierno inmoral

Por La voz de los lectores

Carta enviada por Salva Cruz Manrique.

La secretaria general del PSN, María Chivite, y la secretaria general de Pamplona, Maite Esporrín, intervienen en un aperitivo presanferminero. IÑIGO ALZUGARAY
La secretaria general del PSN, María Chivite, y la secretaria general de Pamplona, Maite Esporrín, intervienen en un aperitivo presanferminero. IÑIGO ALZUGARAY

Javier Esparza, insiste estos días en la “inmoralidad” que supondría un gobierno de “todos contra Navarra Suma” incluyendo a EH Bildu, liderado por la candidata del PSN, María Chivite.

Hay quien piensa que cuando el Presidente de UPN hace esta denuncia contundente y grave podría estar refiriéndose a estas recientes conductas del PSOE-PSN:

1. El ninguneo olímpico e irrespetuoso del PSN al líder de la coalición ganadora de las elecciones forales. Poner en la misma balanza a UPN/PP/Cs y a EH Bildu puede servirle al PSN como un oportuno “mecanismo de defensa” o una excusa para su cordón sanitario a Esparza, pero, analizado por cualquier ciudadano alejado del barro partidista, resulta una actitud claramente injusta e injustificable.

2. La ocultación interesada de los puntos de acuerdo que negocia Chivite con el argumento tumbativo del Sr. Alzórriz: “Lo que el PSN quiere es el gobierno de Navarra, lo que el PSN quiere es el gobierno de Navarra”. O sea, Sr. Alzórriz, que ¿el “fin justifica los medios”?

3. La doble vara de medir que utiliza el PSOE para llegar al poder. Así, los mismos que piden dejar gobernar a la lista más votada encabezada por el candidato Pedro Sánchez, niegan esa misma legitimidad a Javier Esparza, que –conviene insistir en ello- obtuvo un mayor porcentaje de votos que los alcanzados por el prócer socialista.

4. El repudio de las denuncias que lideró el propio PSN durante la legislatura pasada a las políticas de aquellos grupos cuyos votos le son ahora necesarios. Marxismo puro. (“Tengo estos principios, si no le gustan, tengo estos otros” Groucho Marx)

5. El secretismo y el engaño en las negociaciones autorizadas por Chivite. El PSN, aunque públicamente asegura no hablar con ningún representante legítimo de EH Bildu, acepta sin reservas la intermediación reservada de Geroa Bai con los herederos de Batasuna. Y, si a ello unimos que EH Bildu afirma que su abstención “no será gratis”. Sobran más explicaciones. ¿A quién pretenden engañar y por cuánto tiempo los socialistas navarros?

También podría ocurrir (advierto, es ironía) que el PSN considere que los bilduinos se han vuelto hermanitas de la caridad, o que todos los demás somos tontos o tontas de capirote. Créanme, que no lo descarto del todo.

6. El intento oportunista de blanquear en la televisión pública a EH Bildu. Otegui, ese “hombre de paz” para ZP, y para los demás el genuino “señor de la guerra”, entrevistado precisamente ahora que resulta obvio que él es el socio necesario en Navarra para sacar adelante un gobierno alternativo a Navarra Suma con sus 7 parlamentarios. Yo pregunto: ¿si los votos de EH Bildu fueran prescindibles en los cálculos aritméticos para cualquier investidura, habríamos asistido a esta campaña instrumental para blanquear su pasado? Yo creo que no. Pero como Sánchez y Chivite necesitan sus votos, sencillamente, los cortejan. Y ¿qué mejor modo de hacerlo que otorgarles el marchamo democrático y ético que aún no se han ganado? 

Con todo, y aunque haya quienes consideran todas estas actitudes y marrullerías ya suficientemente inmorales, yo no creo que Javier Esparza, se refiera sólo a ellas cuando califica así un futurible gobierno de María Chivite.

Yo creo que la inmoralidad radicaría en llegar al poder concediendo a los proetarras nacionalistas vascos el premio, el regalo inmerecido de ser determinantes en la configuración y acción política del Gobierno de Navarra sin haber reconocido todo el daño que nos han provocado. Sin haber pedido perdón a la sociedad navarra por los años negros de extorsión y miedo. Sin renunciar a su proyecto totalitario, que incluye la desaparición institucional de Navarra, manteniendo, con una mano, la persecución al disidente allí donde su presión les garantizó la hegemonía y, con la otra, la utilización fraudulenta de los valores democráticos para terminar con la propia democracia.

En ese gobierno frankenstein ¿con quién va a combatir Chivite los objetivos de construcción nacional totalitaria de los abertzales? ¿Cómo lo va a hacer? ¿No pretenderá ser presidenta con los votos de EH Bildu y luego llamar a la puerta de Navarra Suma para deshacer el entuerto?

Si no conociéramos las biografías políticas de los líderes del EH Bildu, podríamos dudar de las consecuencias del pacto que busca Chivite, pero, por suerte y desgracia, sabemos quienes van a condicionar y vigilar el “progresismo” de sus políticas y los recortes de libertad que padeceremos. Políticos en activo de la talla de Joxe Abaurrea (que no ha condenado aún el asesinato de su compañero de corporación Tomás Caballero) o Pernando Barrena (actualmente eurodiputado, condenado por “integración en organización terrorista” en 2016), o Adolfo Araiz (el “jefe” parlamentario de EH Bildu, uno de los miembros de ETA que en 1995 apostó por “socializar el sufrimiento”, y elevar la “calidad” de sus crímenes para así aumentar la presión al Estado español con el único objetivo de negociar el reconocimiento de Euskal Herria) esperan el momento oportuno para extender su cerrazón y su odio.

Javier Esparza hará bien en recordarle a María Chivite la inmoralidad sobre la que se puede asentar su gobierno. Porque, es cierto que ella puede aspirar y llegar a ser Presidenta, pero debe saber -lo sabe- que todos estos pro etarras citados seguirán reivindicando la honorabilidad del pasado criminal de la banda ETA y homenajeando a sus “valientes gudaris”; seguirán instrumentalizando las instituciones y la democracia para sus fines de construcción totalitaria; seguirán construyendo la navarra oscura que tanto hemos combatido juntos; seguirán perdonándonos la vida (a todos los que nos sentimos españoles, incluida Chivite); seguirán manipulado la realidad para adecuarla a sus obsesiones; y seguirán creyendo que somos una sociedad a la que “socializar” y reprogramar paso a paso, sin que ella lo pueda evitar.

Yo le aseguro (ojalá me equivoque) a la Sra. Chivite, que no habrá cantos de sirena progresistas que oculten los perjuicios en la convivencia, la pérdida de afectos y de energías positivas y, mucho menos, la inmoralidad de ese gobierno que nacerá  tocado de muerte al depender obligatoriamente del oxígeno permanente de los pro etarras.

Carta enviada por Salva Cruz Manrique.

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María Chivite quiere un gobierno inmoral