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Juego político y voto reflexivo

Por La voz de los lectores

Carta enviada por Alejandro N. García Martínez, profesor universitario de Sociología, secretario de Programas de Ciudadanos Navarra y candidato al Parlamento foral por Navarra Suma.

La gente se acerca a votar durante las elecciones generales del 28 de Abril de 2019
La gente se acerca a votar durante las elecciones generales del 28 de Abril de 2019

Ya no confiamos en Epi y Blas. Estos protagonistas de nuestra infancia, que tanto nos enseñaron, han fracasado en su intento por convencer a una parte de los españoles para que su voto fuera “útil” en las pasadas elecciones generales. Las explicaciones sobre las reglas de juego del sistema D’Hont no han calado.

Más de dos millones y medio de españoles han optado por Vox con dos efectos incontestables: se ha movilizado mucho al votante de izquierda y se ha fragmentado el voto más conservador que representaba el PP, facilitando la victoria del bloque rival. ¿Por qué la insistente llamada al voto útil no ha sido atendida?

Conocer las reglas del juego es importante. Pero no lo único relevante para entender el comportamiento del votante. Esto lo aprendemos bien de pequeños: las reglas importan, porque si no tienes claro cómo se consiguen los puntos, será difícil lograr la victoria. Resulta bastante complicado ganar la pachanga de baloncesto si desconoces los pasos que puedes dar sin botar el balón.

Esta insistente pedagogía sobre las reglas y la simplona apelación al voto útil no han funcionado porque dejan sin contestar la pregunta fundamental de “para qué” es útil. O sea, la pregunta acerca de cuáles son las razones por las que un ciudadano decide votar una opción política.

Todo voto es útil. Al menos, para quien lo deposita en la urna, pues sirve a alguna finalidad o razón personal para hacerlo. Nuestras razones son diversas y complejas, como también aprendemos en el jardín de infancia: sabemos bien que hay niños que juegan el partido sin importarles demasiado quién obtiene más puntos, porque simplemente quieren estar junto a sus amigos. ¿Acaso existe para ese niño algo más útil que no sentirse aislado en el patio? Hay muchas razones para participar sin que la victoria sea el objetivo principal. Incluso también hay quien juega sólo para fastidiar a ese compañero al que se la tiene jurada, y le persigue por toda la cancha con la única aspiración de que no enceste… Este “jugar contra” otro parece ser clave para entender los recientes resultados electorales.

Se equivoca profundamente quien piensa que la victoria electoral es para todos, y siempre, lo más importante. Por el contrario, lo que ocurre habitualmente es que cada ciudadano delibera en su fuero interno el conjunto de prioridades, valores, principios o emociones que guían su compleja decisión política. Y cada uno resuelve esta difícil ecuación de manera muy personal.

Algunos, hastiados de los partidos en general o que se sienten traicionados por promesas incumplidas, votarán por estos motivos. Otros decidirán que lo prioritario es cierta idea moral, y difícilmente cambiarán su voto si el único argumento es que no servirá para que triunfe su opción política.

La realidad de esta deliberación interna a la hora de elegir una opción debería llevarnos a abandonar la idea del “voto útil” para reconocer la existencia de un “voto reflexivo”, que canaliza la decisión electoral de los ciudadanos. Y desde el punto de vista de los partidos políticos, tomarse en serio este “voto reflexivo” implica esforzarse por facilitar la reflexión del votante, simplificando el mensaje e identificando las prioridades. Ayudando a los votantes en su deliberación subjetiva sobre qué es lo más importante que está en juego.

La mayor virtud del proyecto político que supone Navarra Suma es, precisamente, tratar al votante como un ciudadano reflexivo, en vez de como un simple instrumento al que solicitarle una acción útil. Con Navarra Suma, UPN-PP y Ciudadanos, conservadores y liberales, se unen para mostrarle al votante la singularidad del momento político, proponiendo un mensaje unívoco y coordinado: Navarra no aguanta otros cuatro años de cuatripartito. Hay que recuperar las cotas de libertad perdidas, con medidas de mayor libertad económica, revirtiendo las políticas de imposición y adoctrinamiento, atendiendo las necesidades sociales y la justicia redistributiva con eficacia y sin condicionamientos ideológicos. Hay que librar a Navarra del nacionalismo excluyente y del populismo incompetente.

La apuesta del audaz e inédito pacto que supone Navarra Suma deja de lado siglas y diferencias para privilegiar lo que une. Para mostrar lo importante y prioritario no con retórica vacía, sino con una acción política decidida. Acompaña al votante en su reflexión, simplifica las opciones para identificar las prioridades, y es transparente en lo que hará y con quién está dispuesto a pactar.

Los partidos políticos no deberían pedir el voto útil a los ciudadanos. Debería ser al revés: los ciudadanos tendrían que exigir a los partidos acciones, ideas y posicionamientos “útiles” que faciliten su proceso de reflexión personal. Precisamente, Navarra Suma nace con esta vocación originaria: unir y priorizar con el objetivo de ser útil para los ciudadanos, en vez de pedir que los ciudadanos les sean útiles a ellos.

Alejandro N. García Martínez es profesor universitario de Sociología, secretario de Programas de Ciudadanos Navarra y candidato al Parlamento foral por Navarra Suma.

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