• martes, 19 de marzo de 2024
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Blog / Cartas al director

Un adolescente no puede dormir en el calabozo en Pamplona

Por La voz de los lectores

Esta carta al director ha sido escrita y remitida por Amaia Úriz Zarza

El primer Juevincho en Pamplona bajo las nuevas restricciones debido a la segunda ola del coronavirus. MIGUEL OSÉS
El primer Juevincho en Pamplona bajo las nuevas restricciones debido a la segunda ola del coronavirus. MIGUEL OSÉS

No sé lo que dicen las leyes, pero el Estado de Derecho dicta que un chaval de 16 años no puede ser objeto de la violencia policial y mucho menos ver violada la protección que le ampara a lo largo de las horas que separan el porrazo y el empujón al furgón y la llamada a sus padres para informarles de que pueden ir a devolver la libertad a su hijo.

Lo que estamos sufriendo desde que el inconstitucional estado de alarma nos encerrara entre cuatro paredes, nos impidiera la libre circulación y nos ultrajara el derecho a reunión a lo largo de meses es la peor de las distopías.

Cuando yo era adolescente aprendí a salir de fiesta esquivando la violencia de los abertzales proetarras –valga la redundancia-. Sabíamos dónde estaban unos con la juerga violenta de las pedradas y los pelotazos, y donde estábamos los otros divirtiéndonos de esa manera propia y genuina de críos a los que los bares les van grandes, pero quieren compartir bebida y rato con sus iguales.

En estos últimos años hemos retrocedido décadas. Pero hoy, por mucho que se esfuercen en criminalizar a los jóvenes con el perverso objeto de domesticarles y someterles para que atraviesen el círculo de colores, no estamos ante unos abertzales proetarras –valga la redundancia- gritando goras.

Denuncio que la policía cumpliendo órdenes persigue en modo preventivo a la juventud para limitarle sus derechos.

Exijo que quien tiene el poder de hacerlo, deje de ordenar someter a los jóvenes.

Exijo que se deje de presentar a los jóvenes como los culpables de situaciones violentas en las que nada tienen que ganar. Los jóvenes no van de botellón, o a la calle San Gregorio, o a la Vuelta del Castillo a montar borroka.   

Por cierto, si alguien piensa que así va a conseguir que la juventud pierda su esencia, le recuerdo que la libertad es muy testaruda y se no puede encerrar en un calabozo.

PD. Pasolini iría, esta vez, con la juventud.

Fdo. Amaia Uriz Zarza

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Un adolescente no puede dormir en el calabozo en Pamplona