• jueves, 18 de abril de 2024
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Blog / La Claqueta

Almodóvar sobresale con una película sobria de gran belleza y entusiasmo por el cine

Por Santi Irurtia

Dolor y Gloria, protagonizada por Antonio Banderas, es un regalo.

Penélope Cruz, en un fotograma de 'Dolor y gloria'
Penélope Cruz, en un fotograma de 'Dolor y gloria'.

“No es mejor actor el que más llora, sino el que mejor se muestra conteniendo las lágrimas”. Esta frase aparece en la nueva película de Almodóvar y creo que resume el gran ejercicio de cine que ha sido realizado en Dolor y gloria.

Mi relación con el cine de este director es breve ya que no soy fan de las películas sobreadornadas y con un excesivo protagonismo del diseño de producción que caracteriza a parte de su trabajo. La otra pega que siempre tenía era a ciertas piruetas narrativas que me parecían rocambolescas o exageradas (especialmente La piel que habito o Todo sobre mi madre).

Más tarde fui aprendiendo que una de las habilidades de Pedro, precisamente, es la de transmitir relatos imposibles y hacerlos conmovedores, lo aprendí viendo el éxito de este realizador fuera de España, especialmente en Francia y en USA, donde lo adoran (no solo tiene dos Óscar, en sus victorias el público de la gala le ovaciona).

Y aunque le debo una vuelta a su filmografía, me sigue gustando su versión más contenida como: Volver, Julieta o Dolor y gloria. Lo primero que llama la atención es la valentía para exponerse con esta autobiografía ficcionada ya que se trata de narrar una serie de reencuentros en la vida de Salvador Mallo, un director de cine en su ocaso. Algunos de ellos físicos, y otros recordados, como su infancia en los años 60, cuando emigró con sus padres a Paterna, un pueblo de Valencia, en busca de prosperidad.

Resulta conmovedora y bastante entretenida para ser sobre un director retirado, el metraje está divido implícitamente en capítulos con diferentes secundarios y no hay una que no haya conseguido mi atención. Requiere una habilidad introducirnos y sacarnos de estas secuencias diferenciadas pero sus responsables lo consiguen. Conmovedora en todo lo que respecta a la relación entre el protagonista y su madre, tanto la versión madre y niño infante como la de él ya adulto y su madre mayor. Las cuatro versiones de los dos personajes podrían haber sido caricaturizados y no es el caso. Podría ver horas y horas al personaje de Penélope Cruz criando a su hijo.

Huye del melodrama, de los planos largos y secuencias lentas y también de la pretenciosidad. Todo eso da paso a la esperanza, el positivismo y el sentido. Es que es hasta divertida a ratos.

Todo el elenco está fabuloso, todos los secundarios tienen momentos para brillar; Asier Etxeandia, Leonardo Sbaraglia o Nora Navas. Especial mención a Antonio Banderas, a quién he visto a actuar en muchas películas y aquí no le he pillado actuando ni un momento.

Es poética, entretenida y trascendente, acompañada por un plano final de quitarse el sombrero.

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