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Blog / La cometa de Miel

Libros paridos pero no criados

Por Pablo Sabalza

Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver.

Una biblioteca llena de libros
Una biblioteca llena de libros

No creo que existan muchos escritores que una vez hayan finalizado su libro no lo considerasen como un nuevo ‘Quijote’, es decir, una gran obra. Y lo puedo entender…

Después de dedicar tanto tiempo y esfuerzo y soledad en abundancia a tu escrito, uno pierde la objetividad y, claro, tu creación se convierte en una vida paralela que haces tan tuya que deseas de manera acentuada, casi diría yo, obsesiva, que otros la lean.

Y comienzas a buscar de forma desesperada una editorial. Antes acudes a un corrector. Un profesor/a de lengua y literatura, algún filólogo/a que revise tu libro, tu ‘Quijote’.

Y te entregan la obra una vez corregida y te das cuenta de que ya no es tan buena. Mucho bolígrafo rojo. Innumerables tachones. Adviertes anotaciones en cada folio.

Escribir un libro es asunto serio. Pero más triste es no poder disfrutar ni de tu creación e, incluso, de tu éxito, ya que te mueres antes.

…Así le ocurrió a Miguel de Cervantes con su universal obra, a pesar de haber escrito la novela en español más importante de los últimos quinientos años.

Yo siempre me acuerdo en estos casos del pobre John Kennedy Toole, autor de ‘La conjura de los necios’. Tras una fuerte depresión al no poder lograr que las editoriales compraran su manuscrito, se suicida a los 32 años. Al tiempo fue publicada por su madre, años después de la muerte del autor, tras descubrir el manuscrito en un cajón.

Más reciente tenemos el caso de Stieg Larsson que debió luchar para publicar su trilogía ‘Millenium’. Fumaba sin parar, tomaba más café que Juan Valdéz y era adicto al McDonald’s. Resultado, ataque al corazón con 50 años. Su saga obtuvo 78 millones de copias vendidas en todo el mundo más los derechos a la versión cinematográfica. No pudo disfrutarlo en vida.

Un íntimo amigo mío, José Javier Lasaosa, hace ya unas semanas visitaba Blanes y recordaba y me hablaba de Roberto Bolaño, escritor chileno considerado como una de las figuras más influyentes de la lengua española. ¿Por qué no le dedicas unas letras?, me apuntó. Considerado el fundador del movimiento infrarrealista y autor de la obra ‘Los detectives salvajes’ (hablamos de ella) y ‘2666’, entre otras, fallece en 2003 tras una falla hepática. Pobre, con lo que luchó por las letras, por sus letras, incluso con hambre de por medio.

Poetas también hubo que no pudieron disfrutar no ya de su éxito sino de su obra. Una poeta que a mí, personalmente, me apasiona es Emily Dickinson (si aman la poesía lean a esta autora). Existen escritores que nunca son reconocidos antes de morir a pesar de haber publicado durante muchos años. Lo opuesto le sucedió a esta poeta, quien no publicó nada y por ello no fue reconocida. A pesar de tener una producción poética muy grande no publicó por miedo a la reacción de la gente y su idea personal de reclusión.

Otro poeta con mala suerte en el sentido de no ver florecer su obra es John Keats.

El romántico menospreciado en su obra, excepto por sus amigos artistas, no tuvo suerte en vida. Sin embargo, tras su muerte a causa de una tuberculosis a los 25 años, un amigo poeta, Percy Byssche Shelley, comenzó a publicar sus poemas llevando a la merecida fama a su difunto amigo.

Y Sylvia Plath…qué puedo decir de ella. Prometía ser una de las mejores poetas que EEUU había visto nacer pero su trastorno bipolar que parece que sufría, la llevó a asfixiarse introduciendo la cabeza en el horno de gas de su casa. Si hubiera vivido un poco más habría visto la sensación que causara entre hombres y, especialmente, entre mujeres.

Un caso que me llamó mucho la atención fue el de Irene Némirovsky. Es muy curiosa la historia de esta autora. Ciudadana rusa judía fallece en el campo de concentración de Auschwitz pero no sin antes redactar fabulosas historias. Sus hijos escaparon del capo de concentración con sus cuadernos de anotaciones. Durante cincuenta años no se atrevieron a leerlo por miedo a descubrir un diario íntimo que les rompiera el corazón. Pero cuando estaban a punto de donarlo para un archivo histórico, decidieron hojearlo un poco. Quedaron asombrados por la historia de ‘Suite Francesa’ llevada también al cine, que versa sobre el  éxodo de Paría y el colaboracionismo con los alemanes. Por favor, lean a esta autora.

Y así, suma y sigue, Edgar Allan Poe quien sufrió demasiadas desgracias para una sola vida. Hipocondríaco, desempleado y constantemente en bancarrota, con crisis generadas a partir de su alcoholismo, fallece en 1849 tras una ardua depresión por haber perdido a su esposa; Franz Kafka, considerado uno de los escritores más innovadores del siglo XX, que fallece de tuberculosis con apenas 41 años y sin conseguir disfrutar de su éxito literario; Herman Melville, el autor de la ballena blanca más famosa de la literatura fue tan infravalorado en vida que su novela, ‘Moby Dick’, fue compilada en la sección de biología por muchos años…

Carlo Collodi, autor de ‘Pinocho’, Friedrich Nietzsche, Andrés Caicedo, Gerard de Nerval, Henry David Thoreau, H.P. Lovecraft y un larguísimo etcétera crearon sus obras y no consiguieron ni verlas publicadas o el éxito cosechado, así que no te desanimes, sigue escribiendo. Tú, titán mío o mía de las letras. Espadachín de metáforas, huracán de historias, creador de personajes tan grandes como rascacielos…

Y si ningún libro que llega a tus manos te gusta puedes hacer lo que apuntó el estadista inglés, Bejamin Disraeli: ‘Cuando necesito leer un libro, lo escribo’.

…pero mejor escribirlo y vivirlo. Si no lo vives, lo siento, pero no es lo mismo.

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Libros paridos pero no criados