• martes, 19 de marzo de 2024
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Blog / La cometa de Miel

Yo no sé dormir

Por Pablo Sabalza

Morir, dormir. ¿Dormir? Tal vez soñar

Dormir a la luz de las estrellas. Photo by Sumohit Singh
Dormir a la luz de las estrellas. SUMOHIT SINGH

Cada noche invento historias y fuerzo mi mente con el fin de alcanzar el sueño.

Nunca he sido una persona de dormir bien. Abro los ojos varias veces durante la noche.

Doy vueltas en la cama. Enciendo la lámpara de la mesilla. Miro el reloj. Apago la luz. Giro la cabeza. Bebo agua. Invento una nueva historia. Duermo de nuevo.

Me desvelo con el tropiezo de una hormiga. La conversación nocturna de dos borrachos en la calle retumba en mis oídos como si lo hablasen a mi lado. El agua que emana de la fuente de la plaza gotea en mi cabeza simulando ser ovejas.

Cojo un papel. Escribo acerca de las horas en vela.

Pronto llega la mañana. Pienso en lo que me queda de día…Hoy no comeré en casa. Llegaré a las nueve de la noche. La siesta será un bien preciado que disfrutaré  durante la semana.

En ocasiones medito cambiar mi hábito de sueño.

Leonardo da Vinci, por ejemplo, dormía 20 minutos cada cuatro horas.

Thomas Alva Edison, inventor entre otras cosas de la bombilla incandescente, apuntaba que sólo necesitaba dormir tres horas por la noche, pues consideraba que el sueño era, simplemente, una herencia. Eso sí, una herencia de nuestros días de cavernícolas.

Siempre puedo valorar mis descansos tal y como lo hacía Salvador Dalí. (¿Les he dicho que adoro el surrealismo?). El marido de Gala descansaba con una llave o una cuchara sujeta en su mano. Bajo ella había un plato, así que en el momento que, o bien la llave o bien la cuchara, caía en el plato, él despertaba continuando sus quehaceres. ¡El descanso de la cuchara!

Sigmund Freud sólo dormía seis horas debido a su experimento de auto medicarse con altas dosis de cocaína.

Dicen que el actual presidente de EEUU, Donald Trump, deliberadamente sólo duerme tres horas (de 1.00 a 4.00 a.m) en la noche para tener ventaja sobre la competencia. No entiende cómo alguien que duerme más puede competir contra los que duermen menos.

El escritor y filósofo francés, Voltaire, dormía sólo cuatro horas cada noche y, como Balzac, era un gran fan del café. Se dice que era conocido por tomarse 40 tazas de café cada día.

Mozart muchas veces se quedaba componiendo hasta la 1:00 a.m., luego dormía durante cinco horas antes de levantarse nuevamente a las 6:00 a.m. y seguía componiendo.

Las siestas eran tan importantes para Churchill que solía tener una cama en el Parlamento. Además, creía que eso era clave para tener éxito en todos los proyectos que tenía en mente.

Napoleón Bonaparte, en periodos de guerra, pasaba muchas noches sin pegar ojo. Eso sí, cuando dormía no lo despertaban ni los disparos de los cañones. Cuando finalizaban los combates podía estar más de dieciocho horas durmiendo.

Una vez le preguntaron cuánto debía dormir un ser humano y contestó:

-Seis horas los hombres. Siete horas las mujeres. Ocho horas los tontos.

Ya es de noche de nuevo. Las estrellas titilan y un hilo de luna posa en el cielo.

Leo el papel que escribí la pasada madrugada:

‘Sé que vivo en un sueño dentro de un sueño’

Sonrío. Bostezo. Bebo agua.

Y…duermo.

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