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Blog / La cometa de Miel

Un cambio de vida

Por Pablo Sabalza

Siempre dicen que el tiempo cambia las cosas, pero de hecho tienes que cambiarlas tú mismo

Parada de villavesas del Paseo Sarasate de Pamplona (1). IÑIGO ALZUGARAY
Varias personas se montan en una villavesa en Pamplona. IÑIGO ALZUGARAY

Cuando me da por bajar del tren cotidiano de la vida y ordenar así mi cabeza me traslado a lugares en los que el entorno es el mejor de mis amigos.

Espacios físicos idóneos para organizarme, para equilibrarme.

Un monasterio o una Graciosa isla del archipiélago canario o un transporte urbano. Sí, sí, un transporte urbano.

El otro día necesitaba huir. ¿Han tenido alguna vez esta sensación?

El problema es que debía regresar de nuevo al trabajo. La famosa ‘segunda parte’ laboral, así que apenas tenía un par de horas de huida.

Me subí a la guagua/villavesa. No recuerdo el número. Quería que me llevase a la otra parte de la ciudad.

Reflexionaba sobre un cambio de vida.

Me senté casi al final del autocar. Pegado a la ventana. Siempre en el lado del mar. Eso no lo cambio.

Unas adolescentes algo locuelas (bendita edad) hablaban de Gonzalo.

-Tía, Gonzalo me recuerda a Justin Bieber, tía.

-Será en los pantalones rotos.

-Ja ,ja, ja! Me parto contigo, tía.

Sonreí.

Un hombre conversaba por teléfono a voz en grito.

-Dile que ni hablar. ¿Que quiere turno seguido? Nos han jodido. Y yo. Y que me doblen el sueldo. Y vacaciones de sesenta días. Cuando llegue a la oficina hablamos.

Sonreí.

Seguía yo pensando en un cambio cuando recordé una simpática historia que transcurría en un autobús.

‘Un día una joven se sentó en el único espacio libre que quedaba junto a un señor. El hombre, muy educado, se acomodó para hacerle más sitio.

Al poco tiempo de ponerse el vehículo en marcha la joven sacó un papel y lanzó al aire un suspiro de felicidad.

El señor se giró y le dijo:

-¿Buenas noticias?

-Muy buenas. ¡Estoy embarazada!

-Muchas felicidades –señaló el hombre.

-¿Sabe?  Después de casada cuatro años y no conseguirlo, por fin, la vida, me da este regalo.

-Bendita coincidencia –apuntó el hombre. Yo también hoy he recibido una buena noticia. Hace años que compré un caballo de carreras y nunca había conseguido ganar un gran premio. Pues mire usted, hace unos instantes me llegó un whatsapp avisándome  de que, por primera vez, obtuvimos una victoria.

-Entonces, muchas felicidades para usted también –indicó la joven.

-Bueno, en verdad, debo confesarle algo –dijo el hombre bajando la voz-. Estaba tan deseoso de ganar una carrera que decidí probar a cambiar de jinete.

-Le voy a contar otro secreto…-señaló la joven bajando también ella la voz-. Yo también.’

Y volví a sonreir.

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