• viernes, 19 de abril de 2024
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Blog / La cometa de Miel

Si tenéis un mal día, acordaos de mí

Por Pablo Sabalza

La vida merece la pena incluso cuando las cosas parece que se están derrumbando.

Juan Carlos Unzué hablando con los jugadores de @CAOsasuna en Tajonar.
Juan Carlos Unzué hablando con los jugadores del CA Osasuna en Tajonar.

Arribó el otro día a mi memoria un antiguo profesor de filosofía del colegio Ursulinas de Pamplona, hoy Liceo Monjardín, llamado Carlos Armendáriz

Un hombre bueno, que diría Antonio Machado. 

Acostumbraba a impartir en sus clases sabias lecciones de vida que la mayoría de los alumnos, me incluyo, supongo que tardamos algunos años en comprender.

Tras el ropaje de los estoicos, las ecuaciones de los silogismos y la búsqueda del conocimiento de la verdad hilvanaba aquel hombre sus entrañables enseñanzas.

Pasaron los años.

Y fue por culpa de un libro que venía a titularse ‘Martes con mi viejo profesor’ (Mich Albom. Ed. Maeva) cuando aquellas lecciones/ovejas que tenía guardadas en mi mente salieron de su redil guiadas por un profesor de filosofía vestido de pastor llamado Carlos. 

El libro versa sobre un joven alumno que promete continuar en contacto con su antiguo profesor una vez finalizados sus estudios. 

Sin embargo, sus vidas se separan e inevitablemente pierden relación. Con el tiempo, el destacado estudiante, ya con familia, se entera de que aquel viejo profesor, su apreciado mentor, ha sido diagnosticado con la enfermedad degenerativa del sistema neurológico reconocida como ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) y decide contactar con él.

Acuerdan reunirse cada martes con el propósito de iniciar una serie de conversaciones en las que cada uno exponga sus experiencias, reflexiones y emociones.

Los temas que abordan son diversos y en cada uno de ellos el viejo profesor le muestra al antiguo alumno su particular interpretación de la vida. 

Así se da cita el tema de la familia, invitándole el anciano maestro a que le dedique tiempo, ya que el devenir del día a día provoca un distanciamiento de la misma. Si no tenemos el apoyo y la dedicación que te ofrece la familia, no tenemos gran cosa, le apunta.

Le convida a que cuide y mime a los amigos, tan necesarios en los buenos y malos momentos.

Le pide que ame, pues lo más importante de la vida es aprender a dar amor y a dejarlo entrar.

Pasaron más años.

Y fue a tenor de la charla que ofreció Juan Carlos Unzué, exfutbolista y exentrenador, a la primera plantilla del C. A. Osasuna hace ahora un par de semanas cuando, una vez más, Carlos apareció de nuevo como el arroyo al agua tierna. 

En aquel encuentro Juan Carlos pretendía dar visibilidad a la enfermedad del ELA que, desgraciadamente, padece.

No pretendía transmitir tristeza.

Les narraba cómo convirtió su hobbie en su profesión y les presentaba dos sugerencias, un deseo y una petición.

Les animaba en su primera sugerencia a que si en un momento de su vida se veían en un problema grave al que no podían dar solución por ellos mismos que se lo comunicasen a alguien de su confianza, pues, subrayaba, ‘seguro que hay mucha gente que quiere echarte una mano’.

En la segunda sugerencia les invitaba a ser valientes y atrevidos. En los proyectos personales que cada uno tengamos siempre será más gratificante, cuando miremos el espejo retrovisor de la vida, el poder decirnos ‘lo intenté’ a ‘si lo hubiese intentado’. Esa actitud le ha servido a Juan Carlos para enfrentarse en este momento a su enfermedad.

El deseo que les transmitía era el de que disfrutasen. Saborear la vida a través de sus pequeños instantes. Querer entre las sábanas y el frío, buscar las sonrisas de otros con tus palabras…

Y una petición. Les señaló (y ahí fue cuando me emocioné sin remedio) que en el momento que aparezca un mal día, se acuerden de él.

"Acordaos de este tío que hace cuatro días estaba jugando a fútbol, hace dos entrenaba a un equipo de profesionales y hoy está en una silla de ruedas". 

Mi antiguo profesor de filosofía, Carlos Armendáriz, falleció hace varios años. 

Nunca volví a contactar con él tras finalizar los estudios

Sin embargo, han sido muchas las conversaciones que hemos mantenido bien sea a través de la lectura de ‘Martes con mi viejo profesor’ o de la charla de Juan Carlos Unzué a la primera plantilla del equipo de nuestra tierra.

¿Y saben una cosa? Estoy convencido de que todavía nos quedan muchas lecciones pendientes, pues en todas ellas aún sigo aprendiendo de él.

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