• jueves, 28 de marzo de 2024
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Blog / La cometa de Miel

Tan fácil como leer un libro al mes: 'Martes con mi viejo profesor'

Por Pablo Sabalza

No es cierto que tengamos sólo una vida: si leemos podemos vivir tantas y de tantos tipos como queramos.

Martes con mi viejo profesor-Portada-c
Martes con mi viejo profesor-Portada-c

Y este es el tema del libro que les presento, queridos lectores de Navarra.com, este mes. La vida. Y es a través de una preciosa obra que riega el alma, enriquece la persona y transforma lo simple en trascendental.

Estos días, con motivo de mi visita a ciertos centros docentes navarros y, más concretamente, a mi antiguo colegio, Maristas, recordé este libro al que en esta ocasión acudo.

Volver a las aulas que te vieron gatear y dar tus primeros pasos en el campo del conocimiento, encontrar a algunos de tus antiguos docentes, hoy pintados sus cabellos de níveas canas, y comprobar que ni la tarima donde se sitúa la mesa del profesor es tan alta, ni la pizarra provoca tanto miedo; que no son las tardes de los martes lluviosos tan tristes y que uno sigue siendo un niño pero con más cara de viejo.

Y así, como cae la monotonía de lluvia tras los cristales, se aposentó en mi recuerdo esta dulce obra. Luminosa, emotiva y triste. Quizás excesivamente triste pero con un mensaje, con una lección de vida que debo acercarles pues considero que reflexionar un libro es volver a leerlo sin letras.

Un viejo profesor llamado Morrie impartía en su aula, todos los martes, una asignatura titulada ‘El sentido de la vida’. Un día empezó a faltarle movilidad y tras varias pruebas le detectaron la ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) que no tenía tratamiento conocido. Plazo, dos años de vida.

Seguía dando clases pero su atrofia cada vez era mayor. Sin poder andar, hacer sus necesidades sin ayuda, vestirse, lavarse…

Morrie se pregunta si es mejor consumirse hasta desaparecer o va a sacar algún partido de todo esto. Por lo que sigue recibiendo a un gran número de visitantes y hablan acerca de la muerte.

Al cabo del tiempo, a un productor de un programa de televisión le llama la atención el libro de aforismos que había compilado en un libro nuestro viejo profesor y decide entrevistarlo en su casa. Morrie habla sobre la vida y sobre la muerte.

Un antiguo alumno, Mitch, le ve en la tele y decide ir a visitar a su viejo profesor quien le recuerda su época universitaria cuando pensaba que la gente rica era mala, las camisas y las corbatas eran ropas carcelarias y que la vida sin libertad no era vida.

Así empieza Mitch a visitar a Morrie todos los martes. Cada semana reflexionan sobre la vida:

 ‘Lo más importante en la vida es aprender a dar amor y dejarlo entrar. El amor es el único acto racional’.

La familia…

‘Supón que yo estuviera divorciado, no tuviera hijos y estuviera sólo en el mundo. Esta enfermedad, lo que estoy pasando, sería lo más duro. Claro que vendría gente a verme pero los vería marchar. Hacer saber a los demás que hay alguien que está velando por ellos. Saber que tu familia está ahí… nada en el mundo te dará ese sosiego y paz’

Una relación…

‘Tu generación me dio lástima. En esta cultura lo importante es encontrar una relación de amor con otra persona porque una buena parte de la cultura no nos aporta lo mismo. Son demasiado egoístas para participar en una verdadera relación de amor. No saber lo que quieren de una relación.’

‘Crea tu propia subcultura, no puedes dejar que nadie/sociedad determine por ti’

A veces, apunta el estudiante, recuerdo la persona que era antes de que volviese a descubrir a mi viejo profesor, que errores debía evitar. Quiero decirle que sea más abierta, que no haga caso a valores anunciados; que preste atención cuando hablen sus seres queridos como si fuera la última vez que pudiera oírles.

Regresé a casa después de impartir la charla en mi colegio a los niños de sexto de primaria. Y pensé en ellos, en mis antiguos profesores, en los bocadillos, en la mochila, en las canicas, en la bata colgada a lo Superman, en mi pelota, en mi peonza, en mi libro de Peter Pan…

¿Tuviste un maestro que te viera como algo en bruto pero precioso, como una joya, con sabiduría? ¿Qué podía pulirse y darle un brillo imponente?

¿Tuviste tú alguna vez un maestro así?

Quizás tú puedas ser un día ese maestro.

Hasta entonces te invito a que leas conmigo ‘Martes con mi viejo profesor’.

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